Y el principado sobre su hombro (Isaías 9:6)
Conversaba con una joven que quena estudiar periodismo. Le pregunté si estaba segura de que esa era su vocación o si simplemente se estaba dejando llevar por el grupo, ya que la mayoría optaba por esa carrera. «Bueno -me respondió ella-, en realidad, mis compañeras y yo creemos que con esa carrera siempre tendremos trabajo».
Aunque parezca irónico, la desgracia de muchos es el alimento de otros. Los desastres naturales, sociales, políticos y económicos parecen alimentar las páginas de los periódicos destinados a contar los males del mundo.
Por eso el texto de hoy me proporciona tanta paz. Un día no muy lejano, gracias a la misericordia divina, el Dios del ciclo implantará un gobierno libre de reporteros sedientos de sangre y destrucción. No tengo nada en contra de las personas que nos mantienen informados de los sucesos que aseguran la cercanía del Dios del cielo, sino de la falta de escrúpulos que requiere saciar el voraz apetito de la humanidad. Ese día, cuando la única noticia sea la paz del universo, cuando la alegría, el amor y la unidad se alcen cual bandera hondeada por la brisa divina, ese día en que el llanto quede atrás, la enfermedad desaparezca y la muerte sea vencida, podremos vivir seguros de que la justicia reina.
¡Qué maravilloso es saber que muy pronto esto será una realidad! ¿Cuán pronto? No lo sabemos, pero tampoco el tiempo es lo más importante; lo importante en realidad es el lugar en el que yo me encuentre.
Todos los cristianos nos sentimos felices de que exista esa promesa, pero, ¿estaríamos dispuestos a recibir a Jesús si viniera hoy? Parece una pregunta sencilla, pero no creo que sea tan fácil para muchos responderla, la Biblia dice que donde esté nuestro corazón, allí estará nuestro tesoro. En otras palabras: donde estén nuestra vida, nuestros pensamientos, nuestras acciones y nuestros planes, allí estará nuestra salvación. No se trata de que no hagamos planes para el presente ni para el futuro, pero debemos saber que no nos llevaremos nada a la eternidad. ¿Dónde está tu corazón? ¿Dónde están tus planes? ¿Dónde está tu vida?
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Conversaba con una joven que quena estudiar periodismo. Le pregunté si estaba segura de que esa era su vocación o si simplemente se estaba dejando llevar por el grupo, ya que la mayoría optaba por esa carrera. «Bueno -me respondió ella-, en realidad, mis compañeras y yo creemos que con esa carrera siempre tendremos trabajo».
Aunque parezca irónico, la desgracia de muchos es el alimento de otros. Los desastres naturales, sociales, políticos y económicos parecen alimentar las páginas de los periódicos destinados a contar los males del mundo.
Por eso el texto de hoy me proporciona tanta paz. Un día no muy lejano, gracias a la misericordia divina, el Dios del ciclo implantará un gobierno libre de reporteros sedientos de sangre y destrucción. No tengo nada en contra de las personas que nos mantienen informados de los sucesos que aseguran la cercanía del Dios del cielo, sino de la falta de escrúpulos que requiere saciar el voraz apetito de la humanidad. Ese día, cuando la única noticia sea la paz del universo, cuando la alegría, el amor y la unidad se alcen cual bandera hondeada por la brisa divina, ese día en que el llanto quede atrás, la enfermedad desaparezca y la muerte sea vencida, podremos vivir seguros de que la justicia reina.
¡Qué maravilloso es saber que muy pronto esto será una realidad! ¿Cuán pronto? No lo sabemos, pero tampoco el tiempo es lo más importante; lo importante en realidad es el lugar en el que yo me encuentre.
Todos los cristianos nos sentimos felices de que exista esa promesa, pero, ¿estaríamos dispuestos a recibir a Jesús si viniera hoy? Parece una pregunta sencilla, pero no creo que sea tan fácil para muchos responderla, la Biblia dice que donde esté nuestro corazón, allí estará nuestro tesoro. En otras palabras: donde estén nuestra vida, nuestros pensamientos, nuestras acciones y nuestros planes, allí estará nuestra salvación. No se trata de que no hagamos planes para el presente ni para el futuro, pero debemos saber que no nos llevaremos nada a la eternidad. ¿Dónde está tu corazón? ¿Dónde están tus planes? ¿Dónde está tu vida?
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera