viernes, 5 de octubre de 2012

DETRÁS DE LAS ESPINAS


«Y le pusieron en la cabeza una corona tejida de espinas y una vara en la mano derecha. Luego se arrodillaron delante de él, y burlándose le decían: "¡Viva el Rey de los judíos!"» (Mateo 27:29).

Cerca de mi casa hay un río muy hermoso que a mí me gusta visitar a menudo. A mis dos hijos, Christopher y Michael, les gusta acompañarme cuando voy. Creo que a ellos les gusta el río también, pero lo que más les gusta es atrapar lagartijas. Hay cientos de lagartijas en ese lugar Uno las puede ver corriendo de piedra en piedra a gran velocidad. Esto hace que sean difíciles de atrapar, pero lo que hace que sea más difícil atraparlas es el lugar donde se esconden. Se ponen justo detrás de las espinas. Y es que alrededor de la mayoría de las piedras hay cactus llenos de espinas. Si algo trata de atraparlas, las lagartijas corren detrás de las espinas para protegerse.
Jesús estaba debajo de las espinas que los soldados romanos pusieron en su cabeza. Y así como la: espinas protegen a las lagartijas en el río, las espinas de Jesús también sirven de protección. No me refiero que hayan protegido a Jesús, sino que nos protegen a nosotros. Jesús las llevó en su cabeza por nosotros, y gracias a su sacrificio estamos protegidos del pecado. Yo amo muchísimo a Jesús, ¿y tú? Dile hoy lo contento que estás de estar protegido gracias a sus espinas.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

DANDO GOLPES AL AIRE


Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. (Santiago 1:2-3).

Ese día yo llevaba mucha prisa. Bueno, tal vez no llevaba tanta, pero no era la primera vez que los autobuses de esa línea se atravesaban en la calle para tomar pasajeros. Me impacienté y empecé a tocar la bocina de mi auto insistentemente, mientras los pasajeros subían.
Mi actitud hizo que tanto el chofer como los pasajeros se molestaran conmigo, pero no me importó: era necesario darle una lección al conductor. Así aprendería a detener su vehículo un poco más adelante, sin interrumpir la circulación hacia la avenida principal. Pero cuanto más insistía en tocar la bocina, más tiempo parecía tomarse el conductor. Después de un rato, al compartir la experiencia con mi novio, comprendí que lo que hacía era como dar golpes al aire. Malgastar tanta energía y enojarme de aquella forma era absurdo, por lo que me sentí avergonzada del pésimo testimonio que había dado.
Aquella situación me llevó a reflexionar y a preguntarme cuál había sido la causa de que mi impaciencia se convirtiera en enojo. Llegué a la conclusión de que la impaciencia es otro disfraz del egoísmo, que surge cuando creemos que los demás no hacen las cosas a nuestro ritmo, conforme a nuestras necesidades, deseos, conveniencia o capricho.
¿Te incomodas si alguien no llega a tiempo a una cita y sientes que esa persona te está robando un tiempo precioso? ¿Te desesperas porque tu hijo, o tu esposo, o tu amiga te están contando algo que no consideras importante? ¿Te enojas porque alguien viaja lentamente y tú llevas prisa? La próxima vez que te impacientes, piensa qué es lo que te hace enojar en realidad y luego eleva una oración a Dios pidiendo paciencia: él te la dará.
Hace unos días llegué a la misma intersección y de nuevo un autobús de la misma empresa estaba atravesado en la calle. Mi novio, que me acompañaba, se volteó con picardía para ver mi reacción. Pero esta vez pude sonreír diciendo: «No me voy a enojar». Le agradecí a Dios por darme su paz y porque pude lograr una pequeña victoria.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Lupita Susunaga Navarro

GUERRA AVISADA


Y esto no es nada raro, ya que Satanás mismo se disfraza de ángel de luz. 2 Corintios 11:14

«Guerra avisada —reza el dicho— no mata soldado». Si esta afirmación es cierta, ¿cómo podemos explicar que el diablo tenga tanto éxito al tentarnos? ¿No sabemos que anda como león rugiente?
Lo sabemos. El problema es que el tentador no se presenta como león rugiente, sino como ángel de luz. Esta realidad la expresa bien el profesor Helmut Thielicke, cuando escribe que el diablo es más piadoso que una monja y sabe más de Biblia que un profesor de Antiguo Testamento (How the World Began [Cómo comenzó el mundo], p. 124).
Un buen ejemplo se encuentra en la forma como tentó a Eva. Lo primero que hizo fue «disfrazarse de serpiente». Entonces hizo hablar a este animal. Por último, sembró en la mente de Eva la semilla de la duda: «¿Así que Dios les ha dicho que no coman del fruto de ningún árbol del jardín?» (Gen. 3:1). No se presentó como un ser maligno. Tampoco habló mal de Dios. Simplemente convenció a Eva de que deseaba para ella y su esposo un nivel más elevado de sabiduría. Lo demás es historia.
¿Habría tenido éxito Satanás si no se hubiera «disfrazado» ? ¿O si hubiera dicho: «Oye Eva, acércate a este árbol porque quiero enseñarte cómo desobedecer a Dios»? Por supuesto que no. El mismo profesor Thielicke narra un experimento que ilustra este punto. Delante de un grupo de niños se disfrazó de diablo. Entonces, con voz de terror, les dijo cosas como: «Sáquenle la lengua a la gente»; «Echen cascaras de bananas en el suelo para que la gente se caiga»; «No se bañen», etc. ¿Hicieron caso los niños a ese «diablo»? ¡Todo lo contrario! Le gritaron palabras duras y, según informaron los padres, en los días siguientes los niños se portaron mejor que nunca antes.
¿Conclusión? Satanás nunca te va a decir: «Ven, permíteme enseñarte lo sabroso que es el pecado».   En cambio, te susurrará cosas como: «No seas aburrido, no hay que tomar la religión tan en serio»; «Vamos, disfruta las cosas buenas de esta vida».
Ahora que estas advertido, creo que podemos completar el dicho: «Guerra avisada no mata soldado. Y si lo mata, es por descuidado.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

VICTORIA SOBRE LA TENTACIÓN


Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; respóndeme por tu verdad, por tu justicia. (Salmos 143:1)

No hay victoria sobre el pecado sin victoria sobre la tentación, que empieza cuando suplicamos a nuestro Padre celestial que no permita que nos expongamos innecesariamente al mal en cualquiera de sus muchas y variadas formas.
En este preciso instante la experiencia ya debería habernos enseñado que Satanás puede tomamos por sorpresa. En el preciso instante en que nos ponemos en guardia contra un ataque por la derecha, él nos embiste por la izquierda. La tentación es una realidad. Si Jesús tuvo que enfrentarse a la tentación, ¿porque no íbamos nosotros, que somos infinitamente más débiles, a tener que hacerlo? Cuando no ponemos cuidado en evitar aquello que, unido a nuestra debilidad, pueda contribuir a nuestra caída, incrementamos sobremanera nuestros sufrimientos.
En la vida, el cristiano se tendrá que enfrentar a muchas cosas que, aun siendo lícitas en ellas mismas, no son convenientes. Para Eva, acercarse al árbol de la ciencia del bien y del mal no era ilícito, pero sí inconveniente. ¿Qué padre no ha tenido que recordar a sus hijos que no deben lugar en la calle?  Acaso lugar en la calle es peligroso?  En sentido estricto, no.  Jugar en la calle no es más peligroso que jugar en la zona recreativa. El peligro procede de los automóviles que circulan por las calles.
En el peregrinaje del cristiano, los viajeros experimentados conocen los peligros. Son conscientes de sus propias debilidades y ponen cuidado en evitar los riesgos innecesarios que pueden traer dolor y remordimientos.  Con la oración nos mantenemos alerta ante la posibilidad de ser tentados y pecar.
¿Podría ser que, a pesar de que afirmemos que oramos para vencer la tentación, a menudo lo hagamos demasiado tarde? ¿Ora por la mañana?  La oración de la mañana es la del vencedor, porque en ella nos ponemos de todo corazón al lado del Señor.
Si todavía no tiene esa costumbre, procure que entregar el corazón a Jesús sea lo primero que haga por la mañana. Eso lo dirigirá y le marcará un objetivo para todo el día. Pero recuerde: Jesús nos dice que, además de orar, tenemos que vigilar.  Más tarde, a lo largo del día, si aparece una tentación imprevista en nuestro camino, distinguiremos mejor el peligro y, al pedir a Dios que nos libre, experimentaremos el gozo del vencedor.  Basado en Lucas 18:1-8

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

ORA POR TU CÓNYUGE, QUE DIOS LO CONOCE MEJOR


Orad sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17).

Sin embargo, no podrás hacerlo solo. Necesitarás algo que tiene más poder que cualquier otra cosa que tengas. Se trata de la oración eficaz. La oración funciona de verdad. Es un fenómeno espiritual creado por un Dios ilimitado y poderoso. Y da resultados increíbles. ¿Tienes ganas de darte por vencido con tu matrimonio? Jesús dijo que oráramos en lugar de desfallecer (Lucas 18:1). ¿Estás estresado y preocupado? La oración puede traer paz a tus tormentas (Filipenses 4:6-7). ¿Necesitas un cambio decisivo? La oración puede lograr este cambio (Hechos 12:1-17).
Dios es soberano. Hace las cosas a su manera. No es un genio en una lámpara que concede todos tus deseos. Lo cierto es que te ama y desea tener una relación íntima contigo. Sin la oración, esto no sucede. Hay algunos elementos clave que deben estar en su lugar para que la oración sea eficaz. No obstante, basta con decir que la oración funciona mejor cuando proviene de un corazón humilde que tiene una buena relación con Dios y con los demás. La Biblia dice: "Confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros. [...] La oración eficaz del justo puede lograr mucho" (Santiago 5:16). ¿Alguna vez te preguntaste por qué Dios te deja ver con tanta claridad los defectos escondidos de tu cónyuge? ¿De verdad crees que es para que lo fastidies por eso? No, es para que te pongas de rodillas con eficacia. Nadie mejor que tú sabe cómo orar por tu cónyuge.
El esposo descubrirá que Dios puede "arreglar" a tu esposa mucho mejor que él. La esposa logrará más a través de la oración estratégica que con todos sus esfuerzos de persuasión. Además, es una manera mucho más agradable de vivir. Más allá de esto, comienza a orar exactamente por lo que tu pareja necesita. Ora por su corazón; por su actitud. Ora por las responsabilidades que tiene tu cónyuge ante Dios. Ora para que la verdad reemplace las mentiras; para que el perdón reemplace la amargura. Ora por un cambio genuino en tu matrimonio. Y luego, ora por los deseos de tu corazón: para que el amor y el honor se transformen en lo normal. Ora para llegar a un nivel más profundo de romance e intimidad.
Reflexión: Procuraré hoy elevar mi corazón a Dios pidiéndole no por mí, sino por mi pareja. Ora a Dios para que tu vida sea motivada a hacer felices a los demás.

Tomado del 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur