«Y le pusieron en la cabeza una corona tejida de espinas y una vara en la mano derecha. Luego se arrodillaron delante de él, y burlándose le decían: "¡Viva el Rey de los judíos!"» (Mateo 27:29).
Cerca de mi casa hay un río muy hermoso que a mí me gusta visitar a menudo. A mis dos hijos, Christopher y Michael, les gusta acompañarme cuando voy. Creo que a ellos les gusta el río también, pero lo que más les gusta es atrapar lagartijas. Hay cientos de lagartijas en ese lugar Uno las puede ver corriendo de piedra en piedra a gran velocidad. Esto hace que sean difíciles de atrapar, pero lo que hace que sea más difícil atraparlas es el lugar donde se esconden. Se ponen justo detrás de las espinas. Y es que alrededor de la mayoría de las piedras hay cactus llenos de espinas. Si algo trata de atraparlas, las lagartijas corren detrás de las espinas para protegerse.
Jesús estaba debajo de las espinas que los soldados romanos pusieron en su cabeza. Y así como la: espinas protegen a las lagartijas en el río, las espinas de Jesús también sirven de protección. No me refiero que hayan protegido a Jesús, sino que nos protegen a nosotros. Jesús las llevó en su cabeza por nosotros, y gracias a su sacrificio estamos protegidos del pecado. Yo amo muchísimo a Jesús, ¿y tú? Dile hoy lo contento que estás de estar protegido gracias a sus espinas.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush