La casa y el dinero se heredan de los padres, pero la esposa inteligente es un don del Señor. Proverbios 19:14.
Hay dos cosas que son primordiales para toda mujer: el arreglo personal y el arreglo de su casa. Y qué bueno, que sea así, porque como mujeres cristianas testificamos por medio de nuestra propia apariencia física y también mediante la imagen que proyecta nuestro hogar a las personas que lo visitan.
La mujer de Dios ha de ser siempre pulcra y de buen gusto en la vestimenta, sabia para sacarle partido a la belleza natural que Dios le ha dado. Desde lejos ha de resultar evidente que se trata de una dama de valores y principios elevados. No cabe duda de que las mujeres descuidadas y negligentes en su aseo y apariencia personal causan una mala impresión respecto a sus principios y valores, y proyectan una imagen de poca autoestima.
Lo que hace de nuestra casa un hogar son los detalles sencillos pero dispuestos con inteligencia, independientemente de que vivamos en una gran mansión o en una casa pequeña sin ningún tipo de lujos. Los muebles, la decoración, los colores de las paredes, pueden lucir agradables sin que para ello sea necesario invertir grandes sumas de dinero. La elegancia está en la sencillez y en el buen gusto, y en lo modesto pueden encontrar comodidad tantos miembros de la familia como visitas.
Además de una buena imagen personal y una casa acogedora, hay otra cosa que debemos mostrar al mundo. Una mujer cristiana ha de estar adornada por un carácter dulce y apacible; este es el mejor accesorio de belleza para la mujer que teme a Dios y desea honrarlo. Estos son dos frutos del Espíritu que el Señor desea otorgarnos para que seamos mujeres completas. La impaciencia y la amargura pueden quitarnos este placer.
Un hogar bellamente adornado, quizá con los mejores accesorios y los más costosos muebles, para nadie será grato si en él reina un ambiente hostil generado por la falta de amor y simpatía. Será apenas un lugar frío y elegante, como una sala VIP del aeropuerto en la que deseamos estar por un breve tiempo y nada más.
Muestra hoy a Jesucristo en tu vida y en tu hogar. Entonces serás la mejor compañía para tus hijos, tu esposo y tus amigos. Tu hogar será un remanso de paz, un oasis del que mane vida, y los ángeles y el Espíritu Santo compartirán tu alegría.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado