Lugar: Estados Unidos
Palabra de Dios: Efesios 4:22-24
Estaba escuchando un programa radial acerca de autos y reparación de autos, cuando una mujer llamó con un problema. Tenía un lindo auto convertible... con el que había atropellado a un zorrino cuando iba a trabajar. Como puedes imaginarte, ¡el hedor era terrible! Era tan espantoso que sus compañeros de trabajo le pidieron que estacionara en otro lado.
La mujer hizo todo lo que pudo para deshacerse del olor. Fregó el auto por dentro y por fuera, y hasta lo hizo lavar varias veces. Pero, seis meses más tarde, el olor a zorrino todavía no se había ido. Finalmente, desesperada, llamó al programa de radio para ver si sus conductores tenían alguna solución.
¿Por qué no se iba ese olor horrible? ¿Cómo podía deshacerse de él? De acuerdo con los presentadores, el problema era que ella debía tener un trozo del zorrino pegado todavía a la parte de abajo de su auto; no se había deshecho de todo. Le sugirieron que llevara el auto a un taller con fosa, y que pidiera a los mecánicos que revisaran el auto y lo lavaran con una manguera. La única manera de deshacerse del olor era deshaciéndose del zorrino.
Eso es lo que necesitamos hacer con los pecados en nuestra vida. No podemos aferramos de algunos "pedacitos" y esperar que no den "mal olor". Necesitamos deshacernos completamente de ellos. La Biblia dice: "Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad".
Ni tú ni yo necesitamos vivir con el mal olor. Dios quiere darnos un nuevo yo, con su justicia y su santidad.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson