Así dice Jehová, Dios, Creador de los cielos. (Isaías 42:5)
El ser humano, a través de todas las generaciones y culturas, ha sentido la necesidad de dejar algún tipo de registro escrito de su pasado. Por lo general, este registro se remonta a la existencia de un ser superior, considerado por ellos como un dios. Diversas deidades han sido goteantes y tiranos de pueblos y naciones poderosos, que los idealizaban y veneraban.
Los griegos, por ejemplo, tenían dioses para cada necesidad humana, dioses para cada expresión de la naturaleza y de los sentimientos. Según Pablo, incluso rendían culto a un dios no conocido, por si acaso se habían olvidado de alguno que pudiera airarse por tamaño despiste. Leyendas como la de Hércules muestran la extensa variedad de dioses en los que creían los pueblos paganos.
Nuestra sociedad occidental, mucho más materialista, ha logrado disminuir la cantidad de dioses que se veneran, aunque a veces se los adora sin que previamente los reconozcamos como tales, simplemente con nuestros hábitos de vida. La Biblia, sin embargo, habla de un solo Dios, Creador del cielo y de la tierra y de todo cuanto hay en ellos. Me agrada la idea de que tengo un Dios tan poderoso y que además es cien por ciento amor, cuya ira no tengo que aplacar y que no me infunde temor sino respeto y alabanza.
El himno que hoy te propongo para tu meditación trata sobre la seguridad que nos da ese Dios eterno. «¿Puedes tu decirme como el sol nació, / como todo de la nada se formo, / o el milagro de vivir entre lo creado? / Piensa un poco y con certeza lo dirás: / "Dios, es el que da calor. / Dios es quien nos da valor. / Dios es quien adorna el iris. / Dios, es el Creador. / Dios es quien colgó las nubes. / Dios es quien formo las nubes. / Dios, tu eres mi petición"».
¿Te sientes feliz de tener un Dios sustentador, sanador, Salvador y, sobre todo, amor? Hoy te invito a que contemples el libro de la naturaleza, que te declarara y te confirmara todo lo que Dios es.
La naturaleza muestra el rostro de Dios bañado en amor.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
El ser humano, a través de todas las generaciones y culturas, ha sentido la necesidad de dejar algún tipo de registro escrito de su pasado. Por lo general, este registro se remonta a la existencia de un ser superior, considerado por ellos como un dios. Diversas deidades han sido goteantes y tiranos de pueblos y naciones poderosos, que los idealizaban y veneraban.
Los griegos, por ejemplo, tenían dioses para cada necesidad humana, dioses para cada expresión de la naturaleza y de los sentimientos. Según Pablo, incluso rendían culto a un dios no conocido, por si acaso se habían olvidado de alguno que pudiera airarse por tamaño despiste. Leyendas como la de Hércules muestran la extensa variedad de dioses en los que creían los pueblos paganos.
Nuestra sociedad occidental, mucho más materialista, ha logrado disminuir la cantidad de dioses que se veneran, aunque a veces se los adora sin que previamente los reconozcamos como tales, simplemente con nuestros hábitos de vida. La Biblia, sin embargo, habla de un solo Dios, Creador del cielo y de la tierra y de todo cuanto hay en ellos. Me agrada la idea de que tengo un Dios tan poderoso y que además es cien por ciento amor, cuya ira no tengo que aplacar y que no me infunde temor sino respeto y alabanza.
El himno que hoy te propongo para tu meditación trata sobre la seguridad que nos da ese Dios eterno. «¿Puedes tu decirme como el sol nació, / como todo de la nada se formo, / o el milagro de vivir entre lo creado? / Piensa un poco y con certeza lo dirás: / "Dios, es el que da calor. / Dios es quien nos da valor. / Dios es quien adorna el iris. / Dios, es el Creador. / Dios es quien colgó las nubes. / Dios es quien formo las nubes. / Dios, tu eres mi petición"».
¿Te sientes feliz de tener un Dios sustentador, sanador, Salvador y, sobre todo, amor? Hoy te invito a que contemples el libro de la naturaleza, que te declarara y te confirmara todo lo que Dios es.
La naturaleza muestra el rostro de Dios bañado en amor.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera