jueves, 20 de septiembre de 2012

EL FUMIGADOR


«No dejaré que las plagas destruyan sus cosechas y sus viñedos [...]. Yo, el Señor todopoderoso, lo he dicho» (Malaquías 3:11).

Hoy, nuestras botas se dirigen hacia un sembradío. Mira qué hermoso crece el maíz por acá, y las remolachas por allá. Qué belleza de vegetales. Pero un hermoso sembradío de vegetales como este puede transformarse en un terreno oscuro, seco y muerto debido una pequeña plaga conocida como pulgón.
Los pulgones son unos pequeños insectos que viven en la parte de abajo de las hojas de las plantas. Estos tienen unos picos que usan para abrir huecos en las hojas y extraerles el jugo. Algunos pulgones incluso le inyectan veneno a la hoja, haciendo que se marchite, muera y se caiga. Pero los pulgones tienen un enemigo natural: las mariquitas. Las mariquitas son insectos temidos entre los pulgones. Las mariquitas pueden volar y comerse a los pulgones de a miles.
El versículo de hoy dice que Dios puede evitar que nuestras cosechas sean destruidas por plagas como el pulgón. Porque Dios es todopoderoso. Si a él le interesan incluso tus cultivos, entonces también le interesan todas las cosas de tu vida. Así que tranquilo, dale la oportunidad de que acabe con las «plagas» que puedan afectar tu vida.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EL ME ESCUCHA


Con mi voz clamé a Dios, a Dios clamé, y él me escucha. (Salmo 77:1).

Este salmo es la expresión poética de los anhelos de un alma que procura conocer por qué Dios la ha abandonado, a la vez que intenta salir de las tinieblas. ¿Te has sentido alguna vez así? Quizá, como el salmista, en tu angustia recurriste al Señor de día y de noche. Su actitud representa la nuestra, cuando nos sentimos de igual manera. ¿Cuántas veces nos ha pasado lo mismo? Nos desgastamos pensando, reflexionando y preguntándonos si acaso el Señor se ha olvidado de nosotras, y ya no nos hará objeto de sus misericordias. Nos preguntamos si nos volverá a ser propicio, o si se habrán terminado sus consideraciones hacia nosotras.
Cuanto más meditaba David en el incomprensible proceder divino, tanto más triste se sentía y más se inclinaba a la rebelión. Su experiencia debería brindarnos consuelo aunque no encontremos respuesta inmediata a las sinceras preguntas del alma. Lo bueno es que este salmo no concluye en medio de la incertidumbre, sino que nos proporciona el secreto de la victoria sobre nuestra angustia. ¿Y cuál es ese secreto? ¡Meditar en los hechos portentosos de Dios!
El cantor repasó la historia de Israel en un esfuerzo por responder sus propias dudas. Se dijo: «Me acordaré, haré memoria, meditaré, hablaré». ¿De qué? De las obras de Dios, de sus maravillas, de su poder, de su brazo, de sus pisadas que no dejaron huellas en el mar, aunque estuvieron allí.
El amor de Dios y sus promesas eran los baluartes de la fe del salmista. También pueden ser el sostén de nuestra fe. Aunque no los comprendamos, los caminos de Dios siempre son santos, justos y rectos. Génesis 18:25 nos dice: «El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?».
El olvido de las providencias divinas tiende a crear desánimo y desagrada a Dios. «No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada« (Notas biográficas, p. 216).
Unámonos al salmista cuando dijo: «Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios» (Sal 103:2).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Isabel Salinas de Martín 

ANTES DE DECIR «SI»


El sabio teme al mal y se aparta de él, pero al necio nada parece importarle.  Proverbios 14:16

A ver cuál es tu opinión en este asunto tan delicado. Una pareja de novios (llamémosla «A») ya comienza a pensar en la posibilidad de casarse. Sin embargo, uno de ellos, el novio, tiene sus dudas. Resulta que su novia es muy vanidosa, y tiende a gastar mucho dinero en su apariencia personal. Aunque él notó el problema antes, ahora que comienzan a hablar de la boda, esa característica de ella se torna preocupante, porque mientras él quiere algo sencillo, ella quiere la boda del siglo, no importa cuánto se endeuden para lograrlo.
En el caso de otra pareja (llamémosla «B») los novios ya han fijado la fecha del compromiso. El problema es que a medida que se acerca la fecha esperada, la novia abriga serias dudas acerca de su futuro cónyuge: el muchacho siempre ha sido muy «mujeriego» y, a pesar de estar comprometido para casarse, sigue coqueteando con otras muchachas.
¿Cuál es tu opinión? ¿Debería el novio en la pareja «A» romper su compromiso? ¿Y qué debería hacer la muchacha en el caso de la pareja «B», dado que ya se fijó la fecha de la boda?
En el libro El hogar cristiano se encuentra una declaración que nos ayudará a fijar posición en ambos casos:
«Aun cuando haya aceptado el compromiso sin una plena comprensión del carácter de la persona con la cual pensaba unirse, no crea usted que ese compromiso la obliga a asumir los votos matrimoniales y a unirse para toda la vida con alguien a quien no puede amar ni respetar. Tenga mucho cuidado con respecto a aceptar compromisos condicionales; pero es mejor, sí mucho mejor, romper el compromiso antes del casamiento que separarse después, como hacen muchos» (p. 39, el destacado es nuestro).
¿Romper un noviazgo después de que la relación ha avanzado tanto? Así es. ¿Qué es preferible: pasar por la incomodidad de dar por terminada una relación, o tener que trabajar toda la vida para costear los caprichos de una mujer vanidosa? ¿Llorar por unos días, o cargar toda la vida con la cruz de un marido picaflor?
Es mejor llorar por unos días un noviazgo fracasado, que lamentar toda la vida un matrimonio equivocado.
Padre celestial si en la ruta hacia un matrimonio fracasado, ayúdame a dar marcha atrás antes de que sea tarde.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

¿AGRADECER A RATOS O SIEMPRE?


«Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 Pedro 2:9).

Hace muchos años mi esposa y yo fuimos llamados para ser misioneros en el sur de Asia. Vivíamos en Pakistán. En aquel tiempo la sede de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en aquella región del mundo estaba en la India. Mientras estaba en una de las reuniones de la iglesia, sucedió algo que nunca podré olvidar. Como la asistencia era tan nutrida, se decidió que a los asistentes se les serviría la comida en unas largas mesas puestas en el exterior. Tenía el aspecto de una gran fiesta campestre.
Al lado de la zona de servicio había varios contenedores de basura de gran tamaño en los que, después de la comida, podíamos depositar los restos de nuestros platos y otros desperdicios. Cuando abandonábamos las mesas para regresar a la reunión, vi que la gente de la calle se acercaba a los contenedores de basura e introducían en ellos sus manos desnudas para sacar los restos de comida y comerlos allí mismo llevarlos a sus casas para dárselos a sus familias.
En esa misma región del mundo he visto personas que vivían junto a los basureros y obtenían su sustento andando sobre los montones de basura en busca de algo que, aunque hubiese sido desechado, fuera susceptible de ser vendido por unas pocas rupias.
¡Me avergüenza pensar en los alimentos y las otras cosas que tiramos! Cocinamos más de lo que podemos comer. Compramos más de lo que podemos usar. Ya no reparamos las cosas estropeadas; sencillamente, vamos y las compramos nuevas. Estoy convencido de que tengo que cuidar más lo que tengo y estar más agradecido por lo que Dios, en su bondad, me ha dado. ¿Y usted?
Muchos países cuentan con un día nacional de acción de gracias. Me temo que la familia media no aprovecha ese día para dar gracias a Dios por sus bendiciones. Por desgracia, esos días de acción de gracias se han convertido en un día nacional de asueto. Por lo general, comemos demasiado y nos sentimos tan culpables que tomamos la decisión de seguir una dieta para perder peso.
¿No cree usted que cada día tendría que ser de acción de gracias, y no de vez en cuando? Basado en Lucas 17:11-19.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

EL AMOR DE DIOS ES INCONDICIONAL (II PARTE)


Ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 8:38,39).

Los aspectos de amistad y romance de tu amor se vuelven aún más atractivos que nunca. Cuando el disfrute mutuo como mejores amigos y amantes tiene su fundamento en un compromiso inquebrantable, experimentas una intimidad que no puede lograrse de ninguna otra manera. No obstante, a menos que le permitas a Dios que comience a cultivar este tipo de amor dentro de ti, lucharás y no lograrás alcanzar esta clase de matrimonio. El amor que "todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta" (i Corintios 13:7) no surge en nuestro interior. Sólo puede venir de Dios.
Las Escrituras dicen que "ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 8:38Q39). Es la clase de amor que Dios tiene. Y por fortuna (si quieres) puede transformarse en tu clase de amor que debes manifestarle a tu cónyuge en todas las etapas de tu matrimonio; pero primero, debes recibirlo de Dios y transmitirlo.
Y cuando tu cónyuge comience a vivir cómodamente bajo su sombra, no debes sorprenderte si amarlo te resulta más fácil que antes, Ya no dirás: "Te amo porque..." Ahora dirás: "Te amo y punto". En el pasado, ¿tu amor ha estado basado en los atributos y en la conducta de tu cónyuge o en tu compromiso? ¿Cómo puedes seguir demostrando amor cuando no es recíproco como esperabas? Con el amor con que Dios nos ha amado no importa si tu cónyuge te ama o no, por encima de su actitud tú lo (la) amas. El desafío de hoy: Haz algo fuera de lo común por tu cónyuge: algo que pruebe (tanto a ti como a él) que tu amor tiene su fundamento en tu decisión y en nada más. Lava su automóvil. Limpia la cocina. Compra su postre favorito. Dobla la ropa lavada. Demuéstrale amor por la pura satisfacción de ser su compañero (a) en el matrimonio.

PÍDELE A DIOS QUE TE AYUDE A MANIFESTAR TU AMOR HOY DE UNA MANERA DIFERENTE.

Tomado del 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur