Muchos correrán de aquí para allá. (Daniel 12:4)
En el año 2001 se produjo el mayor atentado terrorista de la historia de Estados Unidos. El 11 de septiembre, grupos coordinados de secuestradores aéreos estrellaron dos aviones contra las Torres Gemelas, los edificios más emblemáticos del World Trade Center de Nueva York. El horror y la angustia se apoderaron del país norteamericano en aquel día extremadamente doloroso. Este acto terrorista cosió la vida de más de tres mil seres humanos. Estos datos apenas recogen el drama que vivió ese país aquel día. Las imágenes conmovieron a todo el mundo y miles de voces se alzaron para pronunciarse contra tal violencia.
La Biblia, desde tiempos muy antiguos, anunciaba que en los últimos días de este mundo la gente correría de aquí para allá a causa del temor y expectación de las cosas que ocurrirían. Aunque no es el plan del cielo que se produzcan tales actos atroces, Dios sabía lo que el ser humano sería capaz de hacer si se alejaba de su presencia.
Actualmente la violencia se impone sin distinción de raza, sexo o edad. Los noticieros informan de la imparable ola de crimen, terrorismo y fanatismo que rompe contra nuestras sociedades. La gente está sedienta de paz. Pero el desenlace final de esta separación entre el ser humano y Dios fue presentado por los profetas hace miles de años.
Nosotras, que vivimos en este mundo ya sentenciado a la destrucción eterna del pecado, tenemos la oportunidad de ser mensajeras de paz, pero no de esa paz que se busca a través de tratados y convenios, lejos de Dios, sino de la paz que solo se encuentra en Cristo. La paz que él ofrece es la garantía de un mundo nuevo, libre de pecado, donde las naciones solo se unirán para alabar al Dios que las ha redimido; donde todos, chicos y grandes, se convertirán en una sola nación, una sola raza y una sola jerarquía social. ¿Eres tú una mensajera de paz?
Cristo dijo: «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo» (Juan 14: 27).
La paz nace en el corazón que está cerca del cielo.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
En el año 2001 se produjo el mayor atentado terrorista de la historia de Estados Unidos. El 11 de septiembre, grupos coordinados de secuestradores aéreos estrellaron dos aviones contra las Torres Gemelas, los edificios más emblemáticos del World Trade Center de Nueva York. El horror y la angustia se apoderaron del país norteamericano en aquel día extremadamente doloroso. Este acto terrorista cosió la vida de más de tres mil seres humanos. Estos datos apenas recogen el drama que vivió ese país aquel día. Las imágenes conmovieron a todo el mundo y miles de voces se alzaron para pronunciarse contra tal violencia.
La Biblia, desde tiempos muy antiguos, anunciaba que en los últimos días de este mundo la gente correría de aquí para allá a causa del temor y expectación de las cosas que ocurrirían. Aunque no es el plan del cielo que se produzcan tales actos atroces, Dios sabía lo que el ser humano sería capaz de hacer si se alejaba de su presencia.
Actualmente la violencia se impone sin distinción de raza, sexo o edad. Los noticieros informan de la imparable ola de crimen, terrorismo y fanatismo que rompe contra nuestras sociedades. La gente está sedienta de paz. Pero el desenlace final de esta separación entre el ser humano y Dios fue presentado por los profetas hace miles de años.
Nosotras, que vivimos en este mundo ya sentenciado a la destrucción eterna del pecado, tenemos la oportunidad de ser mensajeras de paz, pero no de esa paz que se busca a través de tratados y convenios, lejos de Dios, sino de la paz que solo se encuentra en Cristo. La paz que él ofrece es la garantía de un mundo nuevo, libre de pecado, donde las naciones solo se unirán para alabar al Dios que las ha redimido; donde todos, chicos y grandes, se convertirán en una sola nación, una sola raza y una sola jerarquía social. ¿Eres tú una mensajera de paz?
Cristo dijo: «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo» (Juan 14: 27).
La paz nace en el corazón que está cerca del cielo.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera