domingo, 23 de agosto de 2009

COMUNICACIÓN DE CORAZÓN

Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará (S. Mateo 6: 6).

En una pecera los peces acostumbran nadar a la mitad de ella, nunca se quedan totalmente abajo ni arriba, únicamente suben para alimentarse. Así deberíamos ser las hijas de Dios: ni muy arriba ni muy abajo, más bien, término medio, es decir, no dar una imagen miserable ni vergonzosa, como si no tuviéramos un Dios, ni tampoco exhibir un orgullo religioso propio de personas que confunden la naturaleza divina. Así como los peces, nosotras también debemos buscar las alturas, pero no las del orgullo o la petulancia, sino las alturas donde se encuentra Dios, quien nos ofrece el alimento de vida. Esta es una de mis oraciones, se la debo a una amiga especial:

Creo en ti, en mi Dios que nunca desampara; el mismo que ha atravesado con nosotros el mar de sangre y de dolor. Dios omnipotente, quien nos creó de nuevo, pues él sabe, que muertos hemos estado y sin querer vivir. Él es el Dios que contrarresta al demonio; contra él no puede el demonio pelear; lo venció allá en el cielo y lo venció en el Moría, y allá en el Gólgota, y aquí en mí corazón. ¡Oh, Dios de los ejércitos, me has creado de nuevo! Me ha amanecido y el sol me habla de ti y las lluvias me lavan el alma repleta de tormentas y llegan a mis ojos destellos carmesí. No, nunca te me alejes, mi alma te reclama. Todas mis ansiedades encuentran cuna en ti; mis huesos resucitan, Ezequiel lo ha mostrado. Y en tu pecho hay mil cofres que guardan mis querellas, mis súplicas, mis gritos y mis desesperanzas. Tú nunca te cansaste, tú siempre me escuchaste y hoy de hinojos me postro, sobre mis soledades. Es mi alfombra, Dios mío, es suave, es primorosa, sí mi alfombra florece, cual florecen las plantas con las lluvias tempranas. Recibe mi rocío de lágrimas maternas. Aquí sobre mi alfombra do florecen mis flores, do mis lágrimas perlas humedecen confiadas todas mis esperanzas, de que un día en rosado y azul primoroso crecerán dos plan-titas, tan suaves como fue el Nazareno, tan dulces y preciosas y además fragantes. Dos preciosas criaturas de mi jardín de ensueños.

Lorena P. de Fernández
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

PUEDES CONSTRUIR O DESTRUIR

Ustedes antes eran extranjeros y enemigos de Dios en sus corazones, por las cosas malas que hacían, pero ahora Cristo los ha reconciliado mediante la muerte que sufrió en su existencia terrena. Y lo hizo para tenerlos a ustedes en su presencia, santos, sin mancha y sin culpa. Colosemses 1: 21, 22

Cuando las trece colonias británicas que finalmente se convirtieron en los Estados Unidos combatían para obtener la independencia de Inglaterra, los británicos quisieron debilitar e poder de la joven nación socavando su economía. Por eso pusieron en circulación dinero falso. Si podían circular suficientes billetes falsos, al valor de la moneda real disminuiría y los colonos tendrían dificultades para comprar los abastos que necesitaban. El general George Washington que estaba al mando del Ejército Continental, descubrió que el dinero falsificado podía destruir las posibilidades de que las colonias obtuviesen su independencia. Por eso dio orden de perseguir y arrestar a los falsificadores. Cuando descubrieron a los individuos que falsificaban el dinero en Nueva York, los juzgaron y los sentenciaron a morir ahorcados. Pero antes de que eso sucediese, el ejército británico tomó el control de Nueva York. Los falsificadores, que habían trabajado para los británicos, fueron puestos en libertad. Pero durante los cuatro años que siguieron, al menos uno de los falsificadores cambió de bando. Henry Dawkins, el cabecilla de la banda de falsificadores, decidió que trabajaría con los colonos y no contra ellos. Dawkins empezó a grabar moneda genuina para el nuevo gobierno, ayudándolo a construir la economía. Antes de ser cristianos, somos como Henry Dawkins, usamos nuestras capacidades de manera egoísta, sin preocuparnos por nadie más que nosotros mismos. Pero cuando Jesús entra en el corazón, empezamos a buscar maneras de apoyarnos y ayudarnos unos a otros. Cada uno de nosotros tiene un gran potencial, tanto para el bien como para el mal. Cuando cada día nos entregamos a Jesús, él puede usarnos para construir su reino.

Tomado de la Matutina El viaje Increíble.

LA LEVADURA

Otra parábola les dijo: «El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado». Mateo 13: 33

Cambiar es la orden del cielo. Por supuesto, ese cambio no se produce de repente en el momento maravilloso e incomparable en el que experimentamos la conversión. La parábola pronunciada por nuestro Señor acerca de la levadura nos enseña que la vida cristiana consiste en cambiar constantemente, durante toda la vida. La santificación, que es obra de toda la vida, es un proceso de cambio. Desde su inicio hasta el final, la experiencia del creyente es de constante transformación. Cada semana, cada mes, cada año, debe producirse algo nuevo en la vida del cristiano. Dios cambia todo lo que toca. El ciego ve; el cojo salta; el corazón que odia, ama; la carne descompuesta por la lepra se vuelve suave como la de un niño; el mudo habla; el corazón de piedra se vuelve de carne. La levadura de la verdad llena por completo la vida del creyente para cambiarlo, para transformarlo, para hacerlo nuevo cada día. Si tu corazón y tu vida de adoración no cambian, no estás viviendo la vida del Espíritu. No encierres a Dios en una pequeña Biblia cerrada con una cremallera. El Señor es grande y quiere morar en tu corazón. Permítele que haga crecer tu vida a la estatura que él tiene señalada. Todos los atributos que Dios nos dio están concebidos para que sean desarrollados, para darles crecimiento hasta que alcancen la estatura del varón perfecto, Cristo Jesús. El statu quo no forma parte del plan de Dios. Él nos llama a ir más allá cada día. El estancamiento no le agrada. Detenerse es retroceder y encaminarse a la morada de los muertos. La vida tiene una ley inexorable: Ser hoy mejor que ayer, y mañana mejor que hoy. Esa es la ley de la vida en su forma natural. Aborda nuevas ideas. Camina por rutas nuevas. Contempla formas nuevas de ver las cosas. Explora todas las posibilidades de la vida que Dios te dio. Fuimos creados para ser más de lo que somos, para hacer más de lo que hacemos, para tener más de lo que tenemos. Deja que la levadura de la verdad que el Espíritu Santo ha puesto dentro de ti engrandezcan tu alma «a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (Efe. 4: 13).

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.