«Pero envió delante de ellos a José, al que habían vendido como esclavo. Le lastimaron los pies con cadenas; ¡lo aprisionaron con hierros!» (Salmo 105:17,18).
¿Quieres que te hable de una caminata que fue bien larga y difícil? José fue encadenado y tuvo que caminar así cientos de kilómetros a través del desierto hasta Egipto, donde fue vendido como esclavo. Nuestro versículo de hoy nos cuenta que las cadenas que le pusieron en los pies lo lastimaron.
¿Alguna vez te has golpeado? ¿Verdad que duele? Al momento tu piel se pone roja. Esto ocurre porque debido al golpe se rompen algunos vasos sanguíneos y sangras por debajo de la piel. Después de unos días la herida cambia de color y se pone entre morada y azul o amarillenta-verdosa. Esto sucede porque la sangre seca cambia de color
¿Te ha pasado alguna vez que tu cara se ha puesto roja sin que te hayas golpeado? A mí la cara se me pone roja cuando estoy avergonzado. Avergonzar a los demás puede hacer más daño que un golpe. Algunas veces la herida no desaparece con los días, sino que permanece durante años e incluso para toda la vida.
Jesús nos enseñó a amarnos los unos a los otros, no a avergonzarnos y hacernos daño los unos a los otros. Sé alguien que sane corazones golpeados y que enseñe a todos los hijos de Dios lo que es el amor verdadero.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush