lunes, 13 de mayo de 2013

BEBÉ 81

Lugar: Sri Lanka 
Palabra de Dios: Isaías 49:15

El tsunami de 2004 fue una gran catástrofe. Olas gigantescas chocaron contra la costa en una gran cantidad de países del sur de Asia, inundando el terreno, destruyendo propiedades y aniquilando miles de vidas.
Un pequeño bebé logró sobrevivir 10 horas a las olas gigantescas. Los rescatistas lo encontraron bajo una pila de basura. Lo llamaron Bebé 81, porque fue el paciente número 81 admitido en el hospital del pueblo Kalmunai.
Cuando el señor y la señora Jeyarajah se enteraron de que alguien había encontrado un bebé, corrieron hasta el hospital. ¿Sería su hijo? ¡Oh, ojalá estuviera vivo! Tan pronto como lo vieron, estuvieron seguros de que era su bebé.
-Ese es nuestro bebé -exclamaron, con una mezcla de risas y de lágrimas en sus rostros. ¡Su hijo había sobrevivido!
Pero, el señor y la señora Jeyarajah no fueron los únicos que reclamaron al niño como su hijo. Otras ocho parejas querían al Bebé 81. Así que, el matrimonio Jeyarajah no pudo llevarse al bebé a su casa. Las siguientes semanas fueron desgarradoras, mientras esperaban que el juez tomara una decisión. Finalmente, las pruebas de ADN mostraron que los Jeyarajah eran los verdaderos padres del niño.
La señora Jeyarajah tomó en brazos a su bebé, y le besó las manos, las mejillas y la frente. Por fin podían llevarlo a casa.
Dios nos dice: "¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré!" Las madres sienten un amor especial por sus hijos, ¿no es cierto? Pero, Dios asegura que él te ama más de lo que una madre ama a su hijo. Y, aunque una madre pudiera olvidarse de su hijo, él nunca, nunca, te olvidará.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¿CONCUERDAN TUS PALABRAS CON TUS ACTOS?

Que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza. 1 Timoteo 4:12.

Cuando estaba realizando mi práctica docente recibí la supervisión de una profesora que tenía muchos años de experiencia en la actividad pedagógica. Recuerdo que cuando yo estaba frente a mi grupo de niños impartiendo mi clase, ella me miraba con ojos de censura. Cuando terminé la clase, su crítica a mi trabajo fue bastante dura y desconsiderada. Sin embargo, escuché en silencio todas sus observaciones y, aunque reconocí que algunas estaban fuera de lugar, no la contradije. Al terminar, le solicité que me permitiera ir como observadora a una de sus clases para aprender de ella, a lo que respondió muy sorprendida con un «¡No!».
A veces resulta fácil decir a los demás lo que deben hacer, pero las cosas se complican cuando tenemos que demostrar cómo hacerlo. Cualquiera puede hablar y dar indicaciones, pero decir: «Imítenme a mí, hagan lo mismo que yo», no es tan sencillo. Para hablar de esa manera, una debe de estar segura de que es un buen modelo a imitar, porque ella misma ha imitado al mejor modelo que existe.
Me asombra la actitud del apóstol Pablo, cuando al escribir a los hermanos de la iglesia de Filipo, dijo: «Hermanos, sigan todos mi ejemplo» (Fil. 3:17). ¿Te parece arrogante? En otro momento expresó palabras semejantes, en su Epístola a los corintios: «Imítenme a mí, como yo imito a Cristo» (1 Cor. 11:1).
Esta segunda expresión me anima y me alienta. Pablo no hablaba con arrogancia ni con prepotencia, hablaba con autoridad porque era un fiel imitador de Jesucristo. Él estaba muy seguro de que el Señor lo había transformado, y sabía que todo cristiano ha de aspirar a ese mismo tipo de transformación.
Nosotras somos mujeres que vamos dejando huellas a las que vienen detrás, y deberíamos, sin arrogancia, poder decir: «Imítenme a mí». Cuando hay armonía entre lo que decimos y lo que hacemos, ejercemos una influencia positiva y poderosa sobre los demás. Cuando solamente hablamos pero no ponemos en práctica diariamente lo que decimos, somos un «fraude» para todos los que nos observan, empezando por quienes comparten nuestro hogar.
Hoy es un día lleno de oportunidades y desafíos. Cerciórate de que lo que digas esté de acuerdo con lo que hagas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

LA ESCALERA DE LA INFAMIA

Si alguien te pone pleito para quitarte capa, déjale también la camisa (Mateo 5: 40).

En la iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén, hay una deslucida y vieja escalera de madera colocada en la ventana superior derecha, sobre la puerta principal de este templo milenario. Aunque no lo creas, ¡la escalera está allí desde 1852! La situación es difícil de entender. La iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén está bajo la custodia de seis iglesias cristianas: Iglesia Oriental ortodoxa, Apostólica armenia, Católica romana, Copta ortodoxa, Etíope ortodoxa, y Siriaca ortodoxa. El problema es que estas seis denominaciones cristianas se encuentran tan profundamente enemistadas entre sí que, para detener la violencia entre ellas, fue necesario llegar a un acuerdo en 1853. Este pacto coordina estrictamente los tiempos y lugares de reunión para cada comunidad religiosa. Además, establece que las áreas comunes solo pueden ser modificadas con el consentimiento de todas las comunidades religiosas. Cuando se estableció el convenio en 1853, alguien había colocado una escalera en la ventana que está sobre la entrada, un área común, y desde entonces las jerarquías religiosas no han conseguido ponerse de acuerdo para quitarla.
La escalera inmóvil es, sin embargo, lo menos vergonzoso de esa iglesia. En el verano de 2002, cuando un monje copto movió su silla del lugar acordado para ponerla a la sombra, el acto fue considerado hostil por los monjes etíopes y se desató una enorme pelea que resultó en la hospitalización de once religiosos. Otra pelea que se desató entre griegos ortodoxos y franciscanos durante la celebración de la Santa Cruz en 2004 hizo que la policía interviniera y arrestara a varios de ellos. La historia de los enfrentamientos continúa, pero me da un poco de vergüenza describirlos.
La situación es profundamente triste para los cristianos. Cristo murió en la cruz para ofrecer perdón a sus enemigos y nos enseñó que, si alguien quiere pelear por nuestra ropa, le dejemos también la capa (Mat. 5:40). Sin embargo, a los custodios del templo poco les importa pisotear el mensaje de Cristo con el fin de mantener control sobre un pedazo de su tumba que, para más ironía, ¡está vacía porque Jesús resucitó!
Analiza tu vida. ¿Existen algunas «escaleras» que debes quitar? ¿Tú también peleas furiosamente por el control de una tumba vacía? ¿No crees que a veces es mejor renunciar a lo tuyo (como Jesús hizo) para honrar a tu Salvador?

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

UN NUEVO CANTO

Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres... porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Apocalipsis 5:9,10.

Dios ha puesto su confianza en nosotros al hacernos mayordomos de recursos y de su rica gracia; y ahora nos señala a los pobres y los sufrientes y los oprimidos, a las almas presas en cadenas de superstición y error y nos asegura que si les hacemos bien, él aceptará la obra como si se la hubiéramos hecho a él mismo. "En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños", declara él, "a mí lo hicisteis" (Mat. 25:40).
Los pobres no están excluidos del privilegio de dar. Ellos, tanto como los ricos, pueden tener una parte en esta obra. La lección que Cristo dio acerca de las dos blancas de la viuda muestra que la más pequeña ofrenda voluntaria de los pobres, si proviene de un corazón de amor, es tan aceptable como las mayores donaciones de los ricos...
Cada mayordomo sabio de los bienes confiados a él, entrará en el gozo de su Señor. ¿Qué es este gozo? "Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente" (Luc. 15:10). Habrá una bendita alabanza, una santa bendición, para los fieles ganadores de almas. Se unirán a los que se regocijan en el cielo, que dan la bienvenida a la cosecha cuando esta entra al hogar. Cuán grande será el gozo cuando los redimidos del Señor se reúnan en las mansiones preparadas para ellos. ¡Oh, qué gozo para todos los que hayan sido obreros imparciales y abnegados juntamente con Dios en la tarea de promover su obra aquí en la tierra! Qué satisfacción tendrá cada segador cuando la voz clara y musical de Jesús diga: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo" (Mat. 25:34)...
Con corazones gozosos, los que han sido colaboradores con Dios ven el trabajo de su alma en favor de los pecadores destinados a perecer y morir... La abnegación que practicaron a fin de sostener la obra ya no es más recordada. Cuando contemplan las almas que procuraron ganar para Jesús, y las ven salvadas, salvadas eternamente como monumentos a la misericordia de Dios y al amor del Redentor, hacen resonar en las bóvedas celestes exclamaciones de alabanza y agradecimiento.— Review and Herald, 10 de octubre de 1907.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White