«¡Cómo nos viene a la memoria el pescado que comíamos gratis en Egipto! Y también comíamos pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos» (Números 11:5).
Apenas habían pasado unos días y los israelitas ya estaban cansados de caminar por el desierto. De hecho se estaban quejando ante Moisés. ¿Crees que los israelitas tenían derecho a quejarse? Dios les había dado comida, es decir, hambre no estaban pasando. Sin embargo, como puedes ver en el versículo de hoy, se quejaban de que no tenían los ricos vegetales que disfrutaban en Egipto.
Uno de esos vegetales era el pepino. ¡Qué sabrosos y refrescantes son los pepinos! Son más deliciosos si coges uno directamente de una huerta, lo dejas enfriar; lo pelas y te lo comes. No hay que hacer mucho esfuerzo para entender por qué los israelitas extrañaban tanto los pepinos. Pero en vez de pensar en lo que no tenían, ellos debieron pensar en que tenían.
Ya no eran esclavos. Ya no tenían que adorar a los, dioses egipcios. Dios los guiaba mediante una columna de fuego, ¡y estaban dirigiéndose hacia la Tierra prometida! Nosotros podemos ponernos a pensar en todas las cosas que no tenemos, pero Dios quiere que pensemos en las cosas buenas que él nos ha dado. Recuerda hoy todas esas bendiciones y sé un pepino, no un amargo pepinillo.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush