Lugar: Irán
Palabra de Dios: Proverbios 12:22
Abdul estaba por viajar a una ciudad, lejos de su hogar, en busca de trabajo. Su mama le dio cuarenta monedas de plata, para que tuviera dinero, y se las cosió en una esquina de su chaqueta. Al despedirse, ella le dijo:
Prométeme que nunca dirás una mentira.
Su hijo se lo prometió, y partió con un grupo de viajeros.
Un par de horas más tarde, los viajeros oyeron el ruido de caballos al galope, que se acercaban a ellos. ¡Bandidos! exclamó uno de los viajeros. Y así fue: del bosque salió un grupo de hombres a caballo. Rápidamente rodearon la caravana, y ordenaron a todos que se quedaran quietos.
¿Cuánto dinero tienes? preguntaban.
«¿Oh, qué voy a hacer?» se preguntaba el muchacho. Había prometido no mentir nunca.
Cuarenta monedas de plata, cosidas en mi chaqueta respondió Abdul.
Los bandidos se rieron, pensando que el chico estaba bromeando con ellos. El cabecilla de los delincuentes le repitió la pregunta, y Abdul volvió a decir que tenía cuarenta monedas de plata cosidas a su chaqueta. El jefe de la Banda ordenó, entonces, a uno de sus hombres que descosiera el abrigo. Para sorpresa de ellos, encontraron el dinero, tal como había dicho Abdul. Asombrado, le preguntó: ¿Por qué nos dijiste la verdad? Nunca hubiéramos buscado allí.
La integridad del chico impresionó tanto a estos hombres que los hizo avergonzarse de su propia conducta.
Dijeron entonces a su jefe: Tú has sido nuestro jefe haciendo lo malo. Se ahora nuestro jefe haciendo lo bueno.
Y, así, el ejemplo de Abdul transformó la conducta de los bandidos.
Nosotros también podemos seguir el ejemplo de Abdul de decir la verdad, porque: «El Señor aborrece a los de labios mentirosos, pero se complace en los que actúan con lealtad».
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson