miércoles, 12 de octubre de 2011

LA BENDICIÓN DE LAS CANAS

Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún han de morar ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén, cada cual con un bastón en la mano por lo avanzado de su edad. (Zacarias 8:4).

Nuestro Dios no hace distinción de edad, él se complace exactamente igual en bendecir a un tierno bebe que a un anciano encanecido encorvado por el paso de los años. Para él todos somos sus hijos, frágiles, indefensos y necesitados de su protección y amparo. Por eso las palabras del salmista brindan ánimo a cualquier lector: «El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente» (Sal. 91: 1).
No estaba en el plan de Dios que tuviéramos un límite de años para vivir, sino que viviéramos eternamente, para que todos los días hieran una fiesta de felicidad, paz y amor. Hay personas a las que nadie les ha cantado nunca el «cumpleaños feliz», que no han recibido una felicitación, ni un beso, ni un abrazo. Para ellas tengo un mensaje alentador: «Dios no espera al día de tu cumpleaños para brindarle amor, sino que todos los días derrama sus más ricas bendiciones sobre tu vida».
No sé en qué grupo te encuentras. Quizás seas una de esas personas abandonada a su suerte; o puede ser que te hayan sustentado físicamente, pero que no conozcas el beso de una madre, la caricia de una abuela, o la presencia de un padre amoroso. Sea cual fuere tu situación, nunca has dejado de tener un Padre que te ama y que sigue esperando que vayas a él.
Para poner fin a tanto desorden afectivo que caracteriza nuestros días, Dios ideó un plan desde la misma fundación del mundo: Cristo vendría para restaurar la vida. El texto de hoy nos dice que cuando el Eterno hace morada en nuestra vida, esta se toma feliz a pesar del pecado y a pesar de nuestra edad, porque sabemos que él nos ama. ¿Te da miedo la muerte? ¿Te da miedo la vida? No hay nada que temer porque en Cristo está la victoria.
Si amas a Dios y él hace su morada en ti, tendrás garantizado un futuro eterno.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

MENTIRAS, ENGAÑOS Y OTRAS FALSIFICACIONES

No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. Éxodo 20:16.

En uno de los colegios en los que trabajé, una madre vino a verme un día para conversar sobre su hija. Luego de la reunión de oración, ella pidió hablar a solas conmigo, e inició su conversación de la siguiente forma: "Capellán, debe ayudarme con mi hija. Ella lo aprecia mucho, le tiene confianza, por eso sus palabras pueden hacerle mucho bien. Además de que no estudia, elige las peores amistades y siempre nos desobedece; es sumamente mentirosa. Nos miente en todo lo que hace, y aunque muchas veces la atrapamos en la mentira, ella continúa con ese triste hábito". Tristemente, en el colegio también habíamos descubierto algunas de sus mentiras, y yo sabía que mis palabras no tendrían efecto si esta adolescente no permitía que el Espíritu Santo transformara su corazón.
Emitir un juicio falso como verdadero con intención de engañar, es mentir.
Dios, en su santa ley, nos pide que no hablemos contra nuestros semejantes "falso testimonio", lo cual adopta diferentes formas según la circunstancia que se viva.
Calumniar es "mentir contra el prójimo". Se transgrede el mandamiento al agregar, exagerar o mentir acerca de la vida, las palabras o algún hecho realizado por el prójimo. También hablamos contra el prójimo "falso testimonio" cuando decimos algo que puede parecer verdadero pero lo hacemos con engaño.
Pero existe un engaño que es mucho más peligroso y terrible: la mezcla de la verdad con el error. Esta fue el arma que utilizó Satanás para seducir a Eva y acarrear la ruina humana. La serpiente mintió cuando dijo: "No moriréis", porque desde ese momento y hasta hoy, la muerte está presente en cualquier parte del mundo. Pero, para que esa mentira tuviera apariencia de verdad, agregó: "El día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal" (Gen. 3:4, 5). Desde ese momento, todos los seres humanos tenemos una conciencia moral que nos ayuda a distinguir el bien y el mal.
Como cristianos, la verdad debe gobernar nuestra manera de hablar bajo cualquier circunstancia. "La verdad es de Dios; el engaño en sus miles de formas proviene de Satanás" (Profetas y reyes, p. 188, 189). Suplica diariamente la unción del Espíritu Santo y permítele que su poder guíe tus palabras.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

AMAR A LOS HIJOS DE DIOS

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios [...]. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. Pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. 1 Juan 5:1-3.

El verdadero cristianismo trabaja de adentro hacia afuera. Es un manantial de agua pura, que desborda y lleva vida a quienes se relacionan con nosotros. No es institucional, sino personal. No se limita a no hacer cosas malas: es indispensable hacer cosas buenas. Esa es la idea del versículo de hoy.
Nota bien lo que dice San Juan: él habla de "todo aquel que ha nacido de Dios"; que ha sido convertido y se ha vuelto justo, porque se escondió en Cristo. ¿Cómo vive esa persona? Tiene dos características: guarda los mandamientos de Dios y ama a sus hermanos. No me voy a detener, hoy, en el aspecto de la obediencia; voy a mencionar la importancia de vivir en armonía con los hermanos y de amarlos.
Es una pena que este aspecto de la vida cristiana no es resaltado como debería. Pensamos que somos el pueblo de Dios, pero no damos la debida importancia a la unidad de la iglesia, basada en el amor a los hermanos. Por el contrario, a veces, por enfatizar un aspecto de la vida cristiana, herimos sin piedad a las demás personas. No puede ser así: si realmente nos hemos apoderado de la justicia de Cristo, es lógico que el fruto maravilloso del Espíritu aparezca en la vida.
Cuando digo "las demás personas o los otros hermanos", debo comenzar por mi hogar, con mi esposa, mis hijos y las personas que viven a mi lado. De nada vale ser justo y comprensivo con los otros, si soy injusto e intransigente con los míos.
Todo día es un renacer; y si el sol volvió a aparecer es porque Dios te ofrece una nueva oportunidad. Haz de este un día de amor hacia las personas, empezando por las que están más cerca de ti. Después, piensa en aquella persona que te parece desagradable y llámala por teléfono, para decirle que estás orando por ella. Orar por alguien es la mejor manera de llegar a amarla. Y no te olvides: "Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios [...]. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón