«Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: "Lleva la barca a la parte honda del lago, y echen allí sus redes, para pescar"» (Lucas 5:4).
A mí me gusta mucho caminar por la montaña, encontrar algún río agitado y ver las truchas. Las truchas son unos peces hermosos, y hay muchos tipos diferentes. Una de mis favoritas es la trucha arco iris. Se llama así porque tiene una franja de colores que se extiende por sus costados. Pero las truchas no son fáciles de ver. Hay que buscarlas de una manera muy especial.
Para poder acercarte a las truchas tienes que ir más adelante. Las truchas se mueven muy rápido en el agua para capturar su alimento. Para verlas, debes agacharte a la orilla del río y quedarte esperando hasta que pasen. Si ellas te ven donde estás rápidamente nadarán hacia aguas más profundas. Fue en las aguas profundas donde los discípulos encontraron los peces según el versículo de hoy.
La vida puede ser como nadar en contra de la corriente, pero a veces, de los momentos difíciles, surgen las mayores bendiciones. En ocasiones, cuando la vida nos trata mal, Dios pone algo en nuestro camino que nos alimenta espiritualmente y hace que seamos mejores personas. Jesús nunca va a permitir que pasemos por algo que no podamos soportar. Él nos invita a sumergirnos en sus brazos protectores. Él nos dará todo lo que necesitamos para nadar sin problemas en las difíciles aguas de la vida.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush