Lugar: Kenia
Palabra de Dios: Juan 3:16.
Durante semanas, la estación local de radio había patrocinado una búsqueda del tesoro. Algunas personas ya habían ganado los premios más pequeños, pero el primer premio todavía estaba pendiente: cinco mil dólares en efectivo. Los habitantes de Nairobi seguían buscando frenéticamente el premio, pero todavía nadie lo había encontrado.
Evans, un adolescente que vivía en la calle, desconocía todo esto mientras caminaba por el parque de la ciudad. "¿Qué es esto?", se preguntó mientras sacaba una pequeña caja dorada de los brazos de una planta de cactus. Dentro de la caja, había una hoja de papel con algo escrito en ella. "¡Felicitaciones! Acaba de ganar cuatrocientos mil chelines (equivalentes a cinco mil dólares). Acérquese a la estación de radió, para recibir su premio".
Cuatrocientos mil chelines ¡era un montón de dinero! Con ello, el chico de la calle podía comprar una pequeña casa, para él y su mamá, que trabajaba como empleada doméstica. Desdichadamente, Evans no sabía leer; no sabía lo que decía el mensaje: solo creyó que había encontrado una linda caja en la cual guardar cosas.
En ese momento, pasó por allí un estudiante. Vio la cajita, y la reconoció como el primer premio de la búsqueda del tesoro. El estudiante, honesto, le explicó a Evans lo que decía la nota, y así fue como el muchacho llegó a obtener el premio.
Tú y yo podemos ser como ese estudiante, al contar a los demás acerca del tesoro que puede ser de ellos si lo reclaman. Difunde la palabra; permite que otros vean que se les ha ofrecido el "premio mayor", la vida eterna. El trato parece ser demasiado bueno como para ser verdad, pero el premio es de ellos, si lo reclaman. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson
Palabra de Dios: Juan 3:16.
Durante semanas, la estación local de radio había patrocinado una búsqueda del tesoro. Algunas personas ya habían ganado los premios más pequeños, pero el primer premio todavía estaba pendiente: cinco mil dólares en efectivo. Los habitantes de Nairobi seguían buscando frenéticamente el premio, pero todavía nadie lo había encontrado.
Evans, un adolescente que vivía en la calle, desconocía todo esto mientras caminaba por el parque de la ciudad. "¿Qué es esto?", se preguntó mientras sacaba una pequeña caja dorada de los brazos de una planta de cactus. Dentro de la caja, había una hoja de papel con algo escrito en ella. "¡Felicitaciones! Acaba de ganar cuatrocientos mil chelines (equivalentes a cinco mil dólares). Acérquese a la estación de radió, para recibir su premio".
Cuatrocientos mil chelines ¡era un montón de dinero! Con ello, el chico de la calle podía comprar una pequeña casa, para él y su mamá, que trabajaba como empleada doméstica. Desdichadamente, Evans no sabía leer; no sabía lo que decía el mensaje: solo creyó que había encontrado una linda caja en la cual guardar cosas.
En ese momento, pasó por allí un estudiante. Vio la cajita, y la reconoció como el primer premio de la búsqueda del tesoro. El estudiante, honesto, le explicó a Evans lo que decía la nota, y así fue como el muchacho llegó a obtener el premio.
Tú y yo podemos ser como ese estudiante, al contar a los demás acerca del tesoro que puede ser de ellos si lo reclaman. Difunde la palabra; permite que otros vean que se les ha ofrecido el "premio mayor", la vida eterna. El trato parece ser demasiado bueno como para ser verdad, pero el premio es de ellos, si lo reclaman. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson