Pero María estaba afuera llorando junto al sepulcro (Juan 20:11).
Me encanta como comienza el capítulo 20 de Juan: «El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro, y vio quitada la piedra del sepulcro. Entonces corrió y fue». María era una mujer marginada por la humanidad, pero amada por el Dios que dio su vida para salvarla. Triste por la pérdida de su Maestro, lo buscó muy de mañana, siendo aún oscuro, porque anhelaba estar cerca de quien la había rescatado del abismo. Su devoción se vio recompensada, pues fue la primera en ver el acontecimiento que cambiaría a la humanidad entera. Se le concedió el privilegio de contemplar la tumba vacía, garantía de que la muerte había sido vencida.
Cuando te sientas triste o criticada por los demás, busca al Salvador. Acude, como hizo María, al lugar donde puedas estar más cerca de Jesús. El cielo te hará ver grandes maravillas que aún no conoces.
Pero observa que María no se quedó callada, sino que «entonces corrió, y fue a Simón Pedro» (Juan 20: 2). Cuando descubrimos que Jesús dejó la tumba vacía y resucitó para darnos la vida, no podemos quedarnos calladas. Muchos, al igual que los discípulos que habían escuchado las profecías de Jesús respecto a ese acontecimiento, se mostrarán incrédulos ante la nueva de gran gozo; muchos, como Pedro y Juan que, aunque acudieron al sepulcro, sus corazones estaban cegados por la incredulidad, no podrán recibir la gloria de ese acontecimiento y se irán tristes por no haber visto el cuerpo del Maestro.
En un mundo en que la mayoría cree en lo que ve, resulta difícil llevar un mensaje de redención y salvación en nombre de un Dios invisible y haciendo referencia a una tumba vacía. Pero el gran Yo Soy que se reveló a Moisés es el mismo que impulsó a María a comunicar las nuevas de salvación, y el que te impulsará a ti a convertirle en una luz de esperanza. María tuvo esa hermosa experiencia porque estaba cerca de Jesús.
¿Estarás tan cerca de Jesús que puedas verlo venir en gloria y majestad?
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Me encanta como comienza el capítulo 20 de Juan: «El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro, y vio quitada la piedra del sepulcro. Entonces corrió y fue». María era una mujer marginada por la humanidad, pero amada por el Dios que dio su vida para salvarla. Triste por la pérdida de su Maestro, lo buscó muy de mañana, siendo aún oscuro, porque anhelaba estar cerca de quien la había rescatado del abismo. Su devoción se vio recompensada, pues fue la primera en ver el acontecimiento que cambiaría a la humanidad entera. Se le concedió el privilegio de contemplar la tumba vacía, garantía de que la muerte había sido vencida.
Cuando te sientas triste o criticada por los demás, busca al Salvador. Acude, como hizo María, al lugar donde puedas estar más cerca de Jesús. El cielo te hará ver grandes maravillas que aún no conoces.
Pero observa que María no se quedó callada, sino que «entonces corrió, y fue a Simón Pedro» (Juan 20: 2). Cuando descubrimos que Jesús dejó la tumba vacía y resucitó para darnos la vida, no podemos quedarnos calladas. Muchos, al igual que los discípulos que habían escuchado las profecías de Jesús respecto a ese acontecimiento, se mostrarán incrédulos ante la nueva de gran gozo; muchos, como Pedro y Juan que, aunque acudieron al sepulcro, sus corazones estaban cegados por la incredulidad, no podrán recibir la gloria de ese acontecimiento y se irán tristes por no haber visto el cuerpo del Maestro.
En un mundo en que la mayoría cree en lo que ve, resulta difícil llevar un mensaje de redención y salvación en nombre de un Dios invisible y haciendo referencia a una tumba vacía. Pero el gran Yo Soy que se reveló a Moisés es el mismo que impulsó a María a comunicar las nuevas de salvación, y el que te impulsará a ti a convertirle en una luz de esperanza. María tuvo esa hermosa experiencia porque estaba cerca de Jesús.
¿Estarás tan cerca de Jesús que puedas verlo venir en gloria y majestad?
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera