Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca (Filipenses 4:5).
Mi abuelita fue una persona vigorosa y con mucha fuerza, sin embargo, su salud fue afectada y ahora yace en una cama. Hace unos días fui a visitarla. Ya casi no hablaba ni se movía. Me acerqué a su cama y le dije al oído: « ¡Abue, soy Edith, te quiero mucho!» Sin esperar su respuesta la tomé de las manos y le sonreí. Ella volteó a verme y dijo: «Pensé que nadie me quería». Tuve que voltear mi rostro para respirar profundo y recobrar la entereza.
Mi mente se fue al pasado y recordé como nos cuidó a mi hermana y a mí en la niñez. Luego, cuando éramos adolescentes, llegaba de visita justo cuando veíamos la televisión, se sentaba y nos hablaba de Dios y de lo malo que era perder el tiempo. Como no podíamos oír la televisión y a ella al mismo tiempo, terminábamos por apagarla un tanto molestas. Ya cuando estudiábamos en la universidad recorría con mucho esfuerzo la cuadra de distancia entre su casa y la nuestra para ver que estuviéramos bien. Poco a poco sus fuerzas fueron menguando y, a veces, no lograba llegar hasta mi casa, de modo que alguien piadoso la tenía que ayudar a regresar a la suya.
Ahora estaba en su cama, mirándome. Regresé a la realidad y le dije: «Todos te queremos: tienes hijos, nietos, bisnietos». Le acaricié sus manos durante un largo rato, las cuales habían hecho mucho por mí. Se las solté, pues ya me iba, y con mucho esfuerzo ella buscó desesperada de nuevo mis manos. Medité en el poco esfuerzo que yo hacía para recorrer la cuadra que nos separaba. Tenía semanas que no la veía. Mi vida se enfrascaba en tantas cosas: escuela, trabajo, amigos.
En ese momento decidí visitarla con mayor frecuencia. Regresarla un poco de lo mucho que ella dio por mí. Agradecí a Dios la oportunidad que me dio de recapacitar, pues todavía la tenía con vida. Muchas veces en nuestra vida agitada y llena de compromisos perdemos de vista el ministerio de bondad de Dios quiere que realicemos. Te ánimos a visitar a personas que tiene necesidades afectivas. Regálales una sonrisa y muestras de cariño.
Mi abuelita fue una persona vigorosa y con mucha fuerza, sin embargo, su salud fue afectada y ahora yace en una cama. Hace unos días fui a visitarla. Ya casi no hablaba ni se movía. Me acerqué a su cama y le dije al oído: « ¡Abue, soy Edith, te quiero mucho!» Sin esperar su respuesta la tomé de las manos y le sonreí. Ella volteó a verme y dijo: «Pensé que nadie me quería». Tuve que voltear mi rostro para respirar profundo y recobrar la entereza.
Mi mente se fue al pasado y recordé como nos cuidó a mi hermana y a mí en la niñez. Luego, cuando éramos adolescentes, llegaba de visita justo cuando veíamos la televisión, se sentaba y nos hablaba de Dios y de lo malo que era perder el tiempo. Como no podíamos oír la televisión y a ella al mismo tiempo, terminábamos por apagarla un tanto molestas. Ya cuando estudiábamos en la universidad recorría con mucho esfuerzo la cuadra de distancia entre su casa y la nuestra para ver que estuviéramos bien. Poco a poco sus fuerzas fueron menguando y, a veces, no lograba llegar hasta mi casa, de modo que alguien piadoso la tenía que ayudar a regresar a la suya.
Ahora estaba en su cama, mirándome. Regresé a la realidad y le dije: «Todos te queremos: tienes hijos, nietos, bisnietos». Le acaricié sus manos durante un largo rato, las cuales habían hecho mucho por mí. Se las solté, pues ya me iba, y con mucho esfuerzo ella buscó desesperada de nuevo mis manos. Medité en el poco esfuerzo que yo hacía para recorrer la cuadra que nos separaba. Tenía semanas que no la veía. Mi vida se enfrascaba en tantas cosas: escuela, trabajo, amigos.
En ese momento decidí visitarla con mayor frecuencia. Regresarla un poco de lo mucho que ella dio por mí. Agradecí a Dios la oportunidad que me dio de recapacitar, pues todavía la tenía con vida. Muchas veces en nuestra vida agitada y llena de compromisos perdemos de vista el ministerio de bondad de Dios quiere que realicemos. Te ánimos a visitar a personas que tiene necesidades afectivas. Regálales una sonrisa y muestras de cariño.
Edith Varela Sosa
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.