Lugar: Rusia
Palabra de Dios: Romanos 6:4,11.
Lo lamento, señor Lunkov -le dijo el oficial al taxista parado frente a él-. Su solicitud de un pasaporte ha sido negada.
-¿Puede decirme por qué? -preguntó el señor Lunkov.
-Sí, señor. De acuerdo con nuestros registros, usted está muerto. Murió hace cinco meses, por la explosión de una bomba, el 6 de febrero.
¿Pueden imaginarse la sorpresa del hombre, al oír estas palabras? Se enteró no solo de que había muerto, sino también de había sido enterrado en un cementerio.
Cuando el señor Lunkov investigó el asunto, descubrió que su esposa ciega había pensado que él estaba en el tren en el que explotó la bomba. Como ella no podía ver, pidió a su madre que identificara a una de las víctimas. Pensando que tenían a la persona correcta, lo sepultaron apropiadamente.
El señor Lunkov visitó su tumba en el sudeste de Moscú, y descubrió que había sido enterrado el día de su cumpleaños. Su nombre también aparecía en la lista oficial de personas muertas en la explosión. ¡Ojalá que el señor Lunkov haya podido convencer a las autoridades de que él todavía está vivo!
¿Es posible que una persona viva esté muerta al mismo tiempo? Esa es una pregunta tramposa. Romanos 6 explica que cuando aceptamos a Jesús en nuestra vida y somos bautizados estamos muriendo al pecado; en otras palabras, estamos dejando atrás nuestra vida de pecado y viviendo para Cristo.
La Biblia dice: "Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, afín de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva". "De la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús".
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson