¿Quién diera ahora que mis palabras fueran escritas! ¡Quién diera que se escribiesen en un libro! (Job 19:23).
Entre 1985 y 1994 en la ciudad de Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, se dio a conocer un grupo de jóvenes artistas que se autodenominaban «poetas mateístas», quienes expresaban la poética que encierra el diario vivir a través de murales. En 1994 pintaron la pared del ferrocarril de la calle Montevideo con lo que denominaron una «pintada vecinal», donde combinaron banderas, pinturas y poemas en más de doscientos metros de pared. Esta exposición terminaba con unos versos de César Vallejo: «Hasta el día en que vuelva de esta piedra».
Resulta interesante fijarse en que el arte tiene múltiples formas de expresión. Estos artistas, como tantos otros, dejaron la huella de su talento en aquella ciudad, pero hay un Artista supremo que también nos ha dejado un cuadro magistral, de tan enormes dimensiones que no cabe en una sola ciudad, pero a la vez tan pequeño que cabe en el corazón humano. Ese artista es Jesús. Su obra maestra, «El calvario», nos llama a descubrir la poesía que encierra el vivir cada día para su honra y gloria. Si cada mañana recreáramos nuestra vista en la contemplación de aquella escena, pecaríamos menos y serviríamos más.
Los versos de César Vallejo que se incluyeron en aquel mural tenían un mensaje para un futuro indefinido, sujeto a los recursos disponibles, a la voluntad humana, al respaldo social y cultural. Sin embargo, el mensaje escrito al pie de la cruz nos asegura un futuro real, cercano, que no está sujeto a voluntad humana ni a recursos materiales. Dios mismo aseguró que Jesús, quien dejaba su huella en el Calvario y quien escribía en las nubes la palabra «volveré», cumplirá muy pronto su promesa.
¿Te sientes agradecida al contemplar la escena de la cruz? Quizá no puedas tener la destreza de un famoso pintor o escultor para regalar a la humanidad una obra de arte, pero sí puedes dibujar un corazón y escribir en él: «Dios me ama». Entonces tu obra tendrá connotaciones eternas, porque transformará no un lienzo o una piedra, sino una vida.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Entre 1985 y 1994 en la ciudad de Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, se dio a conocer un grupo de jóvenes artistas que se autodenominaban «poetas mateístas», quienes expresaban la poética que encierra el diario vivir a través de murales. En 1994 pintaron la pared del ferrocarril de la calle Montevideo con lo que denominaron una «pintada vecinal», donde combinaron banderas, pinturas y poemas en más de doscientos metros de pared. Esta exposición terminaba con unos versos de César Vallejo: «Hasta el día en que vuelva de esta piedra».
Resulta interesante fijarse en que el arte tiene múltiples formas de expresión. Estos artistas, como tantos otros, dejaron la huella de su talento en aquella ciudad, pero hay un Artista supremo que también nos ha dejado un cuadro magistral, de tan enormes dimensiones que no cabe en una sola ciudad, pero a la vez tan pequeño que cabe en el corazón humano. Ese artista es Jesús. Su obra maestra, «El calvario», nos llama a descubrir la poesía que encierra el vivir cada día para su honra y gloria. Si cada mañana recreáramos nuestra vista en la contemplación de aquella escena, pecaríamos menos y serviríamos más.
Los versos de César Vallejo que se incluyeron en aquel mural tenían un mensaje para un futuro indefinido, sujeto a los recursos disponibles, a la voluntad humana, al respaldo social y cultural. Sin embargo, el mensaje escrito al pie de la cruz nos asegura un futuro real, cercano, que no está sujeto a voluntad humana ni a recursos materiales. Dios mismo aseguró que Jesús, quien dejaba su huella en el Calvario y quien escribía en las nubes la palabra «volveré», cumplirá muy pronto su promesa.
¿Te sientes agradecida al contemplar la escena de la cruz? Quizá no puedas tener la destreza de un famoso pintor o escultor para regalar a la humanidad una obra de arte, pero sí puedes dibujar un corazón y escribir en él: «Dios me ama». Entonces tu obra tendrá connotaciones eternas, porque transformará no un lienzo o una piedra, sino una vida.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera