Lugar: Océano Pacífico
Palabra de Dios: Deuteronomio 31:8
Humphrey, una ballena jorobada de 40 toneladas, estaba yendo en sentido equivocado. Las demás ballenas habían doblado hacia la recha, rumbo a Hawái, como se suponía que harían, mientras que Humphrey había seguido derecho hacia California.
—Hemos avistado una ballena —informó la Guardia Costera en octubre de 1985—. Se dirige hacia San Francisco.
La Guardia Costera, junto con otros dueños de barco curiosos, siguió a la ballena mientras pasaba debajo del puente Golden Gate y entraba en la Bahía de San Francisco.
Durante los siguientes 25 días, Humphrey peregrinó por los angostos canales. El agua era tan poco profunda en algunos lugares que se podía ver el lomo de la ballena sobresaliendo del agua. Los expertos en ballenas sabían que Humphrey no podía sobrevivir por mucho tiempo en agua poco profunda; pero la ballena parecía perdida e in-capaz de encontrar su camino de regreso al océano.
Como las ballenas jorobadas del Pacífico se contaban entre las especies en peligro de, extinción en ese momento, los expertos decidieron que debían ayudar a Humphrey. Pero ¿cómo podrían mover un animal de 40 toneladas? En lugar de tratar de forzarlo a moverse, los expertos decidieron persuadirlo a volver a su hogar. Le pasaron grabaciones, debajo del agua, del canto de las ballenas, y eventualmente lograron sacarlo de los canales angostos, y lo llevaron más allá de los puentes, hacia aguas abiertas.
Eso me recuerda lo que Dios hace cuando nos ve perdidos en el pecado y dando vueltas sin rumbo: no nos deja allí. En lugar de ello, trata de persuadirnos para que volvamos a la seguridad. Si elegimos seguir su dirección, él nos guiará por el camino correcto. “El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes”. En algún lugar del mundo
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson