sábado, 10 de septiembre de 2011

UN CRISTAL DE AMOR

Ya no hay Judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. (Gálatas 3:28).

El dueño de la posada miró despectivamente al agricultor que pedía una habitación. Pensando que tal vez llegarían clientes con más clase, le negó su hospitalidad. Thomas quiso darle una nueva oportunidad al posadero, e insistió en que quería una habitación, pero recibió la misma respuesta. Poco después llegó un personaje elegante y sin duda de buena posición económica y social, que fue hospedado con toda prontitud. Mientras el hostelero conducía a su importante huésped hasta la habitación, este le puso al corriente de quién era el hombre que había pedido posada antes que él. Alarmado por su descortesía, el propietario envió un mensajero para que alcanzara a tan ilustre personaje, y le ofreció su mejor cuarto. Pero Thomas Jefferson envió la siguiente respuesta: «Si en esa posada no hay lugar para un humilde agricultor, tampoco hay lugar para el vicepresidente de los Estados unidos».
Dios deseaba que todo ser humano llegara a convertirse en hijo legítimo de su reino, pero algunos pensaron que por pertenecer al pueblo a quien se le había conferido la misión de anunciar al Mesías prometido, se encontraban en una posición más elevada y favorecida por Dios. Ciertamente Dios obró incontables milagros y derramó múltiples bendiciones sobre la nación judía, pero eso no excluía a otros del plan de salvación. Con su presencia en esta tierra, Jesús demostró que Dios nos ama a todos por igual.
Jesús fue señalado en múltiples ocasiones por relacionarse con pecadores, cosa que impedía a los líderes religiosos admitir que aquel fuera el Mesías que esperaban. Pero las palabras de Cristo rompieron todo prejuicio: «Os digo que habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento» (Luc. 15: 7).
Medita en este texto. ¿Hay a tu alrededor personas que son despreciadas por causa de los prejuicios? Derribemos las barreras y mostremos que el amor de Dios es para todos por igual.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

LA ORACIÓN INTERCESORA

Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Colosenses 1:3.

Estábamos en un viaje de graduandos cuando noté que Sergio no estaba bien. Tenía la mirada perdida, y parecía desorientado y aturdido. Le hice una pregunta y pareció no entender, y al continuar con las preguntas noté que había perdido la memoria. Ese cuadro de amnesia nos preocupó a todos, e inmediatamente sugerimos diferentes remedios caseros para que el profesor volviera a la normalidad. Como había estado filmando, miramos la película en la misma cámara y notamos que había sufrido una terrible caída mientras los jóvenes y las señoritas jugaban tirándose agua con baldes. Tristemente, nadie había visto la caída y nadie lo había socorrido.
Como nada parecía surgir efecto, oramos y decidimos llevarlo al centro de asistencia médica más cercano, pero como allí no había ningún experto en el tema, tuvo que ser derivado en ambulancia a la ciudad más cercana. Lo acompañé hasta el hospital, y mientras íbamos, el cuadro de amnesia fue desapareciendo y recobró la memoria. Al llegar al hospital, contamos lo sucedido, y después de algunos estudios de rutina, nos despacharon de vuelta hacia el campamento.
Al llegar, la profesora que había quedado en el campamento, nos relató que había formado grupos de oración entre los alumnos, intercediendo ante Dios para que la salud del profesor accidentado volviera a la normalidad. El Señor había escuchado todas esas oraciones, y paulatinamente las actividades del viaje continuaron con su curso.
Pablo escribió que estaba "siempre orando" por sus iglesias, rogándole a Dios por la salud espiritual de quienes habían conocido el evangelio, para que nunca se apartaran de él. Asimismo, a lo largo de las Escrituras, se nos presenta un tipo de oración "intercesora", que consiste en presentar al Señor las necesidades ajenas, para que actúe a favor del otro. Sé muy bien que el círculo de oración se remite generalmente a las necesidades personales, y cuando mucho, se extiende a familiares y amigos más cercanos. Sin embargo, la Biblia nos enseña la oración intercesora, para que también en este aspecto procuremos con la ayuda de Dios superar el egoísmo.
Al comenzar las actividades de hoy, piensa en alguien por quien nunca hayas orado, y pídele al Padre que su amor se manifieste en esa vida. Comienza en este día practicando la oración intercesora.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

CON INTEGRIDAD

Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:5.

Al entrar en el departamento, Adrián dejó el maletín en el centro de la sala y se derrumbó, pesadamente, en el sofá. Estaba exhausto: el trabajo del día había sido agotador, el jefe había estado más insoportable que de costumbre y hasta el calor, agobiante en esa época del año, se había mostrado infernal.
Con las manos debajo de la nuca y mirando a un punto indefinido del techo, el joven ingeniero no dejaba de pensar en lo último que le sucediera aquel día; en realidad, eso era lo que lo incomodaba. La propuesta de trabajo que recibiera por teléfono, mientras viajaba de regreso a casa, era desde cualquier punto de vista irrecusable. A no ser por un detalle: la empresa que hacía la propuesta quería que él trajese consigo copia de documentos importantes. Nada de más; a fin de cuentas, él había ayudado a elaborar aquellos proyectos. En realidad, eran también suyos. No estaría siendo "totalmente" deshonesto.
¿Existe deshonestidad total y deshonestidad parcial? Solo la idea de faltar a la ética lo mortificaba, por más que intentase justificar el hecho.
Adrián era un cristiano, y se preguntaba cómo se conduciría Jesús en esas circunstancias. ¿Qué decisión tomaría? Como respuesta, vino a su mente el versículo de hoy. El amor y la vivencia del evangelio no pueden ser una experiencia dividida: o eres o no eres. O amas a Dios con todo tu ser o, entonces, corres el peligro de desintegrarte interiormente. Y eso es fatal. Una persona dividida se incapacita para ser feliz; cae en el terreno del cinismo y se anula.
Todos los días, en circunstancias diferentes, te ves en la necesidad de decidir. La encrucijada no es solo entre el bien o el mal, sino entre la felicidad o la infelicidad, entre la vida o la muerte.
¿Cuál es la decisión que necesitas tomar hoy? ¿Adónde necesitas ir, o cuán lejos de tus principios te ves tentado a andar?
Este puede ser un día de vida, de decisiones sabias, de elecciones sensatas. Pero, eso es posible solo cuando el corazón le pertenece a Dios por completo.
Por eso, no salgas de casa sin recordar la orden de Dios a su pueblo: "Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón