Lugar: Canadá
Palabra de Dios: Mateo 7:7,8.
La señora Berg abrió la alacena y se dio cuenta de que se le estaba acabando la harina. Necesitaría más, para hacer pan.
-¿Podrías ir hasta el almacén, a comprar harina? -le pidió a su esposo.
Su esposo sacudió la cabeza. No era que no quisiera ir hasta el almacén; el problema era que no tenía dinero. Los Berg acababan de mudarse a un pequeño pueblo, y habían dejado atrás un buen trabajo como docentes, para poder venir a ayudar a la gente de este pueblo. Ahora, aquí estaban, sin harina y sin dinero para comprarla.
-Oremos sobre esto -sugirió uno de ellos.
Entonces, el señor y la señora Berg, y su pequeño hijo, pidieron a Dios que les proveyera de acuerdo con su necesidad. A la mañana siguiente, al levantarse, encontraron la respuesta a sus oraciones apoyada contra la puerta de adelante. Era una bolsa de harina; no un paquete pequeño, sino ¡cincuenta kilos de harina!
Dios había respondido a sus oraciones. Había cumplido su promesa: "Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre".
Los Berg preguntaron en todos los almacenes, para descubrir quién les había llevado la harina. Hablaron con sus vecinos. Pero, nunca descubrieron de dónde había venido. Sin embargo, disfrutaron de muchas, muchas hogazas de pan.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson
Palabra de Dios: Mateo 7:7,8.
La señora Berg abrió la alacena y se dio cuenta de que se le estaba acabando la harina. Necesitaría más, para hacer pan.
-¿Podrías ir hasta el almacén, a comprar harina? -le pidió a su esposo.
Su esposo sacudió la cabeza. No era que no quisiera ir hasta el almacén; el problema era que no tenía dinero. Los Berg acababan de mudarse a un pequeño pueblo, y habían dejado atrás un buen trabajo como docentes, para poder venir a ayudar a la gente de este pueblo. Ahora, aquí estaban, sin harina y sin dinero para comprarla.
-Oremos sobre esto -sugirió uno de ellos.
Entonces, el señor y la señora Berg, y su pequeño hijo, pidieron a Dios que les proveyera de acuerdo con su necesidad. A la mañana siguiente, al levantarse, encontraron la respuesta a sus oraciones apoyada contra la puerta de adelante. Era una bolsa de harina; no un paquete pequeño, sino ¡cincuenta kilos de harina!
Dios había respondido a sus oraciones. Había cumplido su promesa: "Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre".
Los Berg preguntaron en todos los almacenes, para descubrir quién les había llevado la harina. Hablaron con sus vecinos. Pero, nunca descubrieron de dónde había venido. Sin embargo, disfrutaron de muchas, muchas hogazas de pan.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson