¡Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús los que no andan conforme, a la carne, sino conforme al Espíritu. 8:1).
Somos conscientes de que nada podemos hacer para cambiar nuestra naturaleza pecaminosa; nacemos, crecemos y morimos siendo pecadores. Sin embargo, el texto de hoy me dice que no hay ninguna condenación para mí, a pesar de que soy pecadora.
¿A qué se debe ese cambio tan radical? A un encuentro personal con Jesús. Pero, ¿cómo puedo andar según el Espíritu, si todavía mantengo mi naturaleza pecadora? El apóstol nos da la respuesta: «Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte» (Rom. 8: 2).
Este concepto se convierte en el centro del mensaje de salvación. Cristo Jesús, esa persona sin pecado que se hizo pecado por ti y por mí, puede y quiere darnos su naturaleza. ¿Cómo lo hace? Por medio de su Santo Espíritu, quien obra una transformación absoluta en nuestro corazón. Por doquier se escuchan testimonios de personas que han sido fumadoras empedernidas durante años y que al encontrarse, con esa tuerza transformadora han sido capaces de rechazar lo que antes tanto les gustaba. Esa es la obra que Dios quiere hacer en el corazón humano.
Si antes te gustaba mantener una apariencia física similar a la del mundo, ahora quieres ser diferente. Sí en el pasado te deleitabas en fiestas promiscuas, en drogas, bebidas y placeres sexuales, ahora tu vida da un giro radical. Y si tu pasado estaba libre de esas barbaridades, Cristo mediante su justicia te muestra que no hay pecados grandes ni pequeños, y que tu aparente vida «santa» también necesita un Salvador.
El consejo inspirado nos exhorta a meditar cada noche, antes de dormir, en el día recorrido. Ahora, al levantarte, piensa en las huellas que dejarás hoy. ¿Cuáles serán sus frutos? ¿Triunfará el mal sobre ti o serás libre de la condena porque caminarás al lado de Cristo por medio de su Espíritu Santo?
Hoy eres libre. Ninguna condenación hay para ti al comenzar a escribir tu página en blanco. Atérrate a esta promesa y camina al lado de Jesús.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Somos conscientes de que nada podemos hacer para cambiar nuestra naturaleza pecaminosa; nacemos, crecemos y morimos siendo pecadores. Sin embargo, el texto de hoy me dice que no hay ninguna condenación para mí, a pesar de que soy pecadora.
¿A qué se debe ese cambio tan radical? A un encuentro personal con Jesús. Pero, ¿cómo puedo andar según el Espíritu, si todavía mantengo mi naturaleza pecadora? El apóstol nos da la respuesta: «Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte» (Rom. 8: 2).
Este concepto se convierte en el centro del mensaje de salvación. Cristo Jesús, esa persona sin pecado que se hizo pecado por ti y por mí, puede y quiere darnos su naturaleza. ¿Cómo lo hace? Por medio de su Santo Espíritu, quien obra una transformación absoluta en nuestro corazón. Por doquier se escuchan testimonios de personas que han sido fumadoras empedernidas durante años y que al encontrarse, con esa tuerza transformadora han sido capaces de rechazar lo que antes tanto les gustaba. Esa es la obra que Dios quiere hacer en el corazón humano.
Si antes te gustaba mantener una apariencia física similar a la del mundo, ahora quieres ser diferente. Sí en el pasado te deleitabas en fiestas promiscuas, en drogas, bebidas y placeres sexuales, ahora tu vida da un giro radical. Y si tu pasado estaba libre de esas barbaridades, Cristo mediante su justicia te muestra que no hay pecados grandes ni pequeños, y que tu aparente vida «santa» también necesita un Salvador.
El consejo inspirado nos exhorta a meditar cada noche, antes de dormir, en el día recorrido. Ahora, al levantarte, piensa en las huellas que dejarás hoy. ¿Cuáles serán sus frutos? ¿Triunfará el mal sobre ti o serás libre de la condena porque caminarás al lado de Cristo por medio de su Espíritu Santo?
Hoy eres libre. Ninguna condenación hay para ti al comenzar a escribir tu página en blanco. Atérrate a esta promesa y camina al lado de Jesús.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera