«Chupará veneno de serpientes; la lengua de un áspid lo matará» (Job 20:16, NVI).
Este versículo me da un poco de miedo. Quizás alguna vez hayas visto una serpiente venenosa en un zoológico o en algún programa de televisión. Espero que nunca te hayas encontrado con una al aire libre. Aunque la mayoría de las serpientes venenosas no muerden si no las molestas, pueden llegar a ser muy peligrosas. Nunca te acerques a una.
La mayoría de las serpientes venenosas tienen dos grandes dientes o colmillos que salen de su mandíbula superior Estos colmillos son dos conductos huecos por los que sale el veneno. Cuando la serpiente venenosa muerde a un animal que se va a comer; le inyecta su veneno a la víctima y la mata. Qué triste, ¿verdad?
Desafortunadamente, esa es la manera en que la naturaleza funciona en un mundo de pecado. A veces las personas también pueden comportarse como una serpiente venenosa. No estoy hablando de que claven colmillos, sino de que sus palabras pueden ser como veneno. Las palabras pueden causar un gran daño en los sentimientos de los demás. En cierto modo, pueden llegar a serían dolorosas como la mordedura de una serpiente.
Permite que Jesús tome el control de las palabras que salen de tu boca. Deja que él haga que tus palabras sean dulces como la miel. Usa tus palabras para que la gente se sienta bien y para que puedan acercarse a su Padre celestial.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush