Lugar: Corea del Sur
Palabra de Dios: Zacarías 3:4; Isaías 61:10
El señor Shin era un hombre pobre, que vivía en la calle. Pero, nadie lo hubiera adivinado por su ropa. Tenía puesta una camisa nueva y unos pantalones nuevos, ambos, a la última moda. Y no era el único hombre de la calle que vestía ropas así. Muchos otros andaban por allí, vestidos con estilo ¿Cómo podían pagar ropa tan lujosa? La respuesta es sencilla: no podían.
Esta es la historia detrás de la gente de la calle mejor vestida del mundo: funcionarios del gobierno habían confiscado una gran cantidad de ropa de marca, falsificada.
-¿Qué vamos a hacer con toda esta ropa? -preguntó uno de ellos-. Sería una lástima destruirla.
-¿Por qué no se la donamos a la gente de la calle? -sugirió otro.
Y de esta manera, después de sacarles las etiquetas, regalaron la ropa a una institución de beneficencia. Y fue así como el señor Shin y muchos otros llegaron a estar vestidos con ropa tan lujosa. No podían comprar ropa tan linda por sí mismos, pero la recibieron gratuitamente. La ropa nueva reemplazó su vieja ropa andrajosa.
Tú y yo también podemos vestirnos con estilo, gracias a Dios. Él nos dice: "Como puedes ver, ya te he liberado de tu culpa, y ahora voy a vestirte con ropas espléndidas". No está hablando de camisas y pantalones literales, sino de ropa espiritual. Y, aunque no podemos pagar esas vestiduras, podemos aceptarlas como un regalo de Dios.
¿No estás contento porque Dios esté dispuesto a vestirnos? Proclamemos, entonces: "Me deleito mucho en el Señor, me regocijo en mi Dios. Porque él me vistió con ropas de salvación y me cubrió con el manto de la justicia".
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson