«El maná era parecido a la semilla del cilantro; tenía un color amarillento, como el de la resina» (Números 11:7).
Ya hemos estado caminando junto a los israelitas durante un tiempo y hemos notado que hay muchas quejas entre el pueblo. Hemos hablado mucho de vegetales estos últimos días porque los hijos de Israel están cansados del maná. Añoraban los vegeta-les que comían en Egipto. Bueno, es comprensible, porque los vegetales son deliciosos, aparte de lo buenos que son para la salud. Sin embargo, creo que deberían estar agradecidos por el maná. ¿No le parece?
¿Y qué es el maná?, preguntarás tú. Maná es una expresión hebrea que significa «¿qué es esto?». Eso fúe lo que los israelitas dijeron cuando el maná cayó del cielo por primera vez. Dios les dio el maná desde de que comenzó su travesía en el desierto, y según Josué 5: 12 dejó de dárselo justo cuando entraron en la Tierra Prometida, donde comenzaron a alimentarse con los alimentos que allí abundaban.
El tiempo de Dios es perfecto. Él siempre sabe qué hacer y cuándo hacerlo. A veces nos impacientamos y nos quejamos ante Dios por las cosas, pero debemos recordar que Dios, a diferencia de nosotros, lo sabe todo. Así que seamos pacientes y recordemos la experiencia con el maná. Si Dios está al control de nuestra vida, no hay nada de qué preocuparnos.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush