Lugar: Sudeste asiático
Palabra de Dios: Daniel 6:10
Se oyeron golpes en la puerta. Un silencio cayó repentinamente sobre el grupo, mientras Thanh caminaba hasta la ventana del frente para espiar entre los postigos. Reconociendo a su vecino de al lado, abrió la puerta.
-Entra, Trung. Llegas justo a tiempo.
El joven entró y saludó por lo bajo a quienes estaban en la habitación. Encontró un lugar para sentarse, mientras Thanh caminaba hasta la radio y giraba el dial. Las ventanas estaban bien cerradas, y el volumen de la radio estaba bajo, para que los que pasaran por afuera no la escucharan e informaran a la policía. Si alguien los descubría, estarían en problemas.
Todo había comenzado varios meses antes, cuando Thanh había sintonizado un programa radial que hablaba de Dios. Thanh invitó a algunos de sus amigos y vecinos a unirse a él, y ahora un pequeño grupo de personas se reunía cada sábado para adorar a Dios; aunque era ilegal.
Cuando el culto terminó, Thanh dijo a sus compañeros creyentes:
-Creo que deberíamos tratar de contactarnos con la gente que produce este programa de radio. Quizá puedan enviar a alguien que nos diga cómo podemos aprender más acerca de Dios.
Esa semana, tan pronto como pudo, Thanh fue al correo del pueblo y envió la carta.
En algunas partes del mundo, la gente no puede adorar a Dios libremente. Daniel también enfrentó un problema similar en tiempos bíblicos. El decreto del rey establecía que nadie podía adorar a otro dios, excepto a él, durante treinta días. ¿Qué hizo Daniel? "Se fue a su casa y subió a su dormitorio, cuyas ventanas se abrían en dirección a Jerusalén. Allí se arrodilló y se puso a orar y alabar a Dios, pues tenía por costumbre orar tres veces al día". Anímate a ser un Daniel; anímate a ser como Thanh y su grupo. No dejes que nadie se interponga entre tú y Dios.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson