miércoles, 18 de julio de 2012

¡AUXILIO, ESTOY ATRAPADO!


«Como antílopes atrapados en la red, tus hijos están sin fuerzas, tendidos en la esquina de cualquier calle, heridos por la ira del Señor, por la corrección de tu Dios» (Isaías 51:20).

Hoy vamos a explorar el desierto de la tierra de Israel. Espera, ¿oyes ese golpeteo? Hay algo allí atrapado en una red. Es un antílope. Alguien preparó una red para atrapar algo y cayó un antílope en ella. Esa debe de ser la única manera de atrapar a un antílope, porque son unos animales realmente rápidos. Los antílopes son como los venados, y viven en los campos comiendo maleza. La mayoría tienen unos cuernos afilados en su cabeza.
El versículo de hoy habla de personas que odian a Dios. Dice que son como antílopes atrapados en una red. ¿Entiendes el significado de eso? Yo creo que quiere decir que están atrapados en las redes del pecado. Algunas personas creen que Dios solo quiere impedir que nos divirtamos y por eso tiene tantas reglas. La verdad es que las leyes de Dios evitan que nos metamos en problemas. Evitan que caigamos en las redes del pecado.
Obedece hoy a Dios. Él sabe de lo que está hablando, por eso quiere mantenerte alejado de la trampa del pecado. Él de verdad se interesa por tu bienestar.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

¡LO QUE SE PERDIÓ SE GANARÁ!


El que tenga oído, oiga lo que el espíritu dice a las iglesias (Apocalipsis 2:29).

Uno de los relatos más tristes de la historia humana está registrado en el capítulo tres del libro de Génesis. Allí se describe la forma en que los seres humanos perdieron su acceso al árbol de la vida, permitiendo con ello que la muerte y el dolor entraran en este mundo. Adán asimismo perdió su autoridad sobre la naturaleza y su derecho a ser respetado como gobernante del planeta.
La revelación de Jesucristo encontrada en el Apocalipsis nos llena de esperanzas al afirmar que recuperaremos todo lo que perdimos por causa del pecado. Así, en el último libro de la Biblia leemos que los vencedores de:
  • Éfeso: tendrán derecho a comer del árbol de la vida que está en medio del paraíso;
  • Esmirna: no sufrirán a causa de la segunda muerte y se les dará la corona de la vida;
  • Pérgamo: recibirán el maná escondido y una piedrecita blanca con un nombre nuevo;
  • Tiatira: obtendrán autoridad sobre las naciones; 
  • Sardis: se vestirán con vestidos blancos y sus nombres no serán borrados del libro de la vida; 
  • Filadelfia: serán una columna en el templo de Dios y no saldrán jamás de allí;
  • Laodicea: se sentarán con Jesús en su trono.

¡Qué maravillosa gracia! Nuestro Dios nos anima a perseverar, a retener lo bueno, a cumplir su voluntad, a no mancharnos, a aferramos al evangelio, a ser fervorosas, a arrepentirnos, a ser fieles hasta la muerte ¡y a vencer en su nombre!
Mantengamos nuestras miradas fijas en Cristo. Caminemos en sus sendas, cumplamos sus estatutos y preceptos. Hermana, ¡esperemos con gozo a la Jerusalén celestial!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Digna Elvira Brañez

CAVÓ SU PROPIA FOSA


Miren al malvado [...]. Ha hecho una fosa muy honda, y en su propia fosa caerá. Salmo 7:14-15

En el barrio donde crecí, cuando una persona labraba su propia perdición, la gente decía: «Le pasó como a Chacumbele. El mismito se mató». Cuando, por ejemplo, un borracho moría alcoholizado, entonces alguien decía: «Le pasó como a Chacumbele».
Cierto día se me ocurrió buscar en Internet información sobre ese curioso personaje. Existen varias versiones. Una de ellas dice que Chacumbele fue un mujeriego que vivió en La Habana a principios del siglo XX. En una de sus andanzas, enamoró a una mujer que no estaba dispuesta a compartirlo con otras. Cuando ella se enteró de que Chacumbele la estaba engañando, lo buscó y lo buscó hasta encontrarlo. Y cuando lo encontró, le dio su merecido.
Chacumbele nos recuerda las palabras del Salmista cuando afirma que el malvado «ha hecho una fosa muy honda, y en su propia fosa caerá» (Sal. 7:15). ¿Puedes pensar en un personaje bíblico del que podamos decir que «cavó su propia tumba»? El ejemplo perfecto lo encontramos en Aman (ver Est. 3-7).
Aman era un amalecita que tenía un serio problema: le gustaba que la gente lo adulara. Como cortesano al servicio del rey Asuero, Aman llegó a ser primer ministro. Es fácil imaginar lo bien que se sentía Aman cuando los funcionarios de la corte se inclinaban ante él. Y lo furioso que se sentía cuando uno de esos funcionarios, Mardoqueo, no le rendía honores.
Indignado por lo que él consideraba un insulto, Aman diseñó un plan para matar, no solo a Mardoqueo, sino a todo el pueblo judío. Ya conoces la historia. Mardoqueo se entera del complot y le avisa a Ester. Acuerdan ayunar. Luego ella, aun a riesgo de su propia vida, se presenta ante el rey. Como resultado, no solo logra el apoyo del rey para la defensa de su pueblo, sino que también desenmascara al perverso Aman.
¿Cómo terminó Aman? Colgado en la misma horca que él había preparado para Mardoqueo. Su fin nos recuerda que «a los malvados los mala su propia maldad» (Sal. 34:21).
Pidamos a Dios que nos ayude a imitar al Señor Jesús, quien siendo Rey, vino como siervo. Y que nos libre del virus del orgullo, no sea que, al igual que Amam (y Chacumbele), terminemos cuando nuestra propia fosa.
Ayúdame, Señor, a apreciar tu aprobación por encima de las alabanzas humanas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LOS NEGOCIOS DE NUESTRO PADRE


«Entonces él les dijo: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?"» (Lucas 2:49).

Intente imaginarse cómo se debieron sentir María y José cuando, después de un extenuante viaje para celebrar la Pascua en Jerusalén, no encontraban a su hijo Jesús de doce años. Como habían viajado con muchos parientes, no lo habían echado de menos hasta que, al cabo de un día, habían llegado a Nazaret. Por lo tanto, tuvieron que volver sobre sus pasos con el único motivo de pasar tres días buscando a Jesús en Jerusalén. Finalmente, lo hallaron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, a los cuales escuchaba y planteaba preguntas que los dejaban atónitos.
«Su madre le dijo: "Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos buscado con angustia". Entonces él les dijo: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?"» (Lucas 2:48,49).
Han transcurrido dos mil años y ha llegado nuestro turno de llevar a cabo la misión que Dios nos ha encomendado. Nos ha llegado el momento de «estar en los negocios del Padre». Al dedicar la vida a Jesús adquirimos la responsabilidad de estar en los negocios de nuestro Padre en casa, en la iglesia y allí donde vivimos. El diablo intenta distraernos. Nos tienta para que nos ocupemos de cualquier otro negocio que no sea el más importante de todos, el de nuestro Padre. 
Durante la Pascua Jesús, que tenía doce años, empezó a darse cuenta de quién era y para qué había venido al mundo. Evidentemente, nosotros tenemos más de doce años; pero es importante que nos demos cuenta de que, cuando nos puso en el mundo, Dios tenía un propósito. A menudo oímos sermones inspiradores. Vemos que en la iglesia hay quienes están dotados de talentos extraordinarios y pensamos que ese no será nuestro caso. La verdad es que no podemos ser como los demás. Dios nos ha hecho irrepetibles. Para cada uno de nosotros tiene una misión que nadie más puede desempeñar.
Habrá notado que en este libro he dicho ya varias veces que tengo razón al decir que nuestra primera misión está en el hogar, con los miembros de la familia. Esto significa que no es preciso ir muy lejos para empezar a cumplir con ella porque ya estamos en el lugar adecuado. Basado en Lucas 2:41-49

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill