Una ventana harás al arca, la acabarás a un codo de elevación por la parte de. arriba y a su lado pondrás la puerta del arca; y le harás tres pisos. (Génesis 6:16).
Por muy fuerte y resistente que fuera el arca, por muy meticulosamente que hubiese sido construida, solo la protección divina pudo salvarla de la destrucción. Por nuestros propios esfuerzos no podemos construir un carácter sólido e indestructible. Solo Dios puede hacerlo, pero para ello necesita tu autorización. Es ahí donde entra en escena la voluntad humana. ¿Estás luchando contra un carácter violento, carente de dominio propio o de tacto? ¿O es tu lucha contra los vicios, la moda, el chisme y la crítica?
¿Te has parado a pensar por qué Dios no construyó personalmente el arca? Tal vez por la misma razón por la que no construye tu carácter: porque la voluntad humana debe entrar en contacto con los planes divinos. Si Dios hubiera construido el arca, Noé no hubiera tenido la oportunidad de hacer crecer su fe y prepararse de ese modo para enfrentar el largo período durante el cual debían aguardar con fe la salvación prometida.
Cada una de nosotras debe construir su propia arca. El carácter no es algo que se moldee de un día para otro, sino que es la obra de toda una vida. Para la construcción del arca hubo que talar muchos árboles, clavar muchos clavos, abrir puertas y ventanas y cubrir todas las fallas con asfalto y brea. ¿Tienes tú que cortar tu amistad con el mundo y sus placeres, o que pulir tus relaciones personales? ¿O tal vez lo que te hace falta es clavar clavos de paciencia, bondad y mansedumbre y limar los resentimientos, el odio y el mal humor?
¿Por qué no comienzas a comprender que todas las personas ven las cosas desde ángulos distintos y que solo Dios ve la verdad? Quizás entonces logres ver el equilibrio perfecto que existe entre creer y hacer la voluntad divina. Coloca tu embarcación en las manos de Dios, él sabe cómo conducirla sana y salva a puerto seguro.
Al cielo llevarás el único tesoro de un carácter puro y santificado.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Por muy fuerte y resistente que fuera el arca, por muy meticulosamente que hubiese sido construida, solo la protección divina pudo salvarla de la destrucción. Por nuestros propios esfuerzos no podemos construir un carácter sólido e indestructible. Solo Dios puede hacerlo, pero para ello necesita tu autorización. Es ahí donde entra en escena la voluntad humana. ¿Estás luchando contra un carácter violento, carente de dominio propio o de tacto? ¿O es tu lucha contra los vicios, la moda, el chisme y la crítica?
¿Te has parado a pensar por qué Dios no construyó personalmente el arca? Tal vez por la misma razón por la que no construye tu carácter: porque la voluntad humana debe entrar en contacto con los planes divinos. Si Dios hubiera construido el arca, Noé no hubiera tenido la oportunidad de hacer crecer su fe y prepararse de ese modo para enfrentar el largo período durante el cual debían aguardar con fe la salvación prometida.
Cada una de nosotras debe construir su propia arca. El carácter no es algo que se moldee de un día para otro, sino que es la obra de toda una vida. Para la construcción del arca hubo que talar muchos árboles, clavar muchos clavos, abrir puertas y ventanas y cubrir todas las fallas con asfalto y brea. ¿Tienes tú que cortar tu amistad con el mundo y sus placeres, o que pulir tus relaciones personales? ¿O tal vez lo que te hace falta es clavar clavos de paciencia, bondad y mansedumbre y limar los resentimientos, el odio y el mal humor?
¿Por qué no comienzas a comprender que todas las personas ven las cosas desde ángulos distintos y que solo Dios ve la verdad? Quizás entonces logres ver el equilibrio perfecto que existe entre creer y hacer la voluntad divina. Coloca tu embarcación en las manos de Dios, él sabe cómo conducirla sana y salva a puerto seguro.
Al cielo llevarás el único tesoro de un carácter puro y santificado.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera