Den gracias al Señor, invoquen su nombre; den a conocer sus obras entre las naciones (Salmo 105:1).
Señor Dios, tú que eres Santo, glorioso, grande en misericordia y tardo para la ira, a ti te alabo con todo mi ser. Pido tu bendición para este día. Acompáñame en todo momento. No te alejes de mí que soy incapaz de sobrellevar mis cargas sin tu presencia. Este día me entrego a ti totalmente. Utilízame para llegar a ser una bendición y levantar en alto tu bandera. Yo quiero ser una fiel hija tuya, cada momento y en todo lugar. Sin ti, oh Dios eterno, estoy perdida. Ilumina mi mente para obedecer tus mandatos y ser una buena influencia para toda aquella persona que encuentre en el camino de la vida. Deseo darles un fiel testimonio de ti. Gracias, oh Dios, porque siempre estás conmigo. Pues ¿cómo podría esconderme de tu presencia? Gracias Señor por tu sacrificio en la cruz por mí. Quiero decirte que eres todo para mí, por el amor que me brindas, me rindo a ti. Gracias Señor por tu gran amor inmerecido que gozo en mí. «Al reconocer ante Dios nuestro aprecio acerca de los méritos de Cristo, es dada una fragancia a nuestra intercesión [...] somos vestidos con sus vestimentas sacerdotales. Él nos abraza con su brazo humano mientras que con su brazo divino alcanza el trono del infinito» (Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 1078).
Señor Dios, tú que eres Santo, glorioso, grande en misericordia y tardo para la ira, a ti te alabo con todo mi ser. Pido tu bendición para este día. Acompáñame en todo momento. No te alejes de mí que soy incapaz de sobrellevar mis cargas sin tu presencia. Este día me entrego a ti totalmente. Utilízame para llegar a ser una bendición y levantar en alto tu bandera. Yo quiero ser una fiel hija tuya, cada momento y en todo lugar. Sin ti, oh Dios eterno, estoy perdida. Ilumina mi mente para obedecer tus mandatos y ser una buena influencia para toda aquella persona que encuentre en el camino de la vida. Deseo darles un fiel testimonio de ti. Gracias, oh Dios, porque siempre estás conmigo. Pues ¿cómo podría esconderme de tu presencia? Gracias Señor por tu sacrificio en la cruz por mí. Quiero decirte que eres todo para mí, por el amor que me brindas, me rindo a ti. Gracias Señor por tu gran amor inmerecido que gozo en mí. «Al reconocer ante Dios nuestro aprecio acerca de los méritos de Cristo, es dada una fragancia a nuestra intercesión [...] somos vestidos con sus vestimentas sacerdotales. Él nos abraza con su brazo humano mientras que con su brazo divino alcanza el trono del infinito» (Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 1078).
Martha Ayala de Castillo
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor