El hombre perverso promueve contienda (Proverbios 16:28).
Aunque este texto utiliza el género masculino para referirse a la raza humana, las mujeres estamos incluidas en la tendencia pecaminosa que impulsa nuestros labios a la contienda y al chisme. De hecho, tenemos fama mundial en cuanto a «darle a la sin hueso» se refiere. Es cierto que vivimos en un mundo comandado por un experto en la difamación, pero en lo particular, me considero discípula del general invencible Cristo Jesús, por lo que mi forma de vivir, mis impulsos y hasta mis pensamientos, deberán reflejar quién es el que mora en mi.
¿Te has preguntado quién es tu Comandante? ¿A quién sigues, y cómo lo haces? Si lo buscamos diariamente, nuestros labios estarán lejos de la crítica y del chisme. Existen siempre tantas cosas por las que podemos elogiar a una persona, que no hay cabida para la critica.
A una noble y simpática anciana se la conocía porque nunca hablaba mal de nadie, ni siquiera permitía que oiro lo hiciera en su presencia. Su teoría consistía en que siempre había alguna virtud en la que detenerse. Unos jóvenes, dispuestos a derrotar a aquella mujer, decidieron que ellos sí lograrían hacerle hablar mal de alguien. Llegaron a su casa y comenzaron a quejarse y a criticar al diablo. No les dio tiempo a decir mucho, poique inmediatamente la anciana afirmó: «Es cierto lo que dicen, pero este enemigo también tiene algunas cualidades en las que podemos meditar».
Aquello era demasiado para los muchachos que, asombrados, exigieron una explicación. «Pues bien», continuó la anciana, «la paciencia y la perseverancia son cualidades que muchos seguidores de Cristo deben poner en práctica».
No había más que decir. La lección estaba aprendida. Siempre habrá algo noble, y bueno que decir de los demás. Si hacemos esto nos ponemos al lado de Cristo, quien nos defiende en todo momento de las acusaciones del enemigo y nos presenta ante el Padre limpios por su sangre redentora.
Cuando te veas tentada a hablar de oirá persona sin control, recuerda quién es tu líder. No pierdas el cielo por causa de tus labios. Ayuda a los demás a encontrar la senda correcta. Sea hoy tu oración: «Señor, guarda mi boca de hablar engaño».
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Aunque este texto utiliza el género masculino para referirse a la raza humana, las mujeres estamos incluidas en la tendencia pecaminosa que impulsa nuestros labios a la contienda y al chisme. De hecho, tenemos fama mundial en cuanto a «darle a la sin hueso» se refiere. Es cierto que vivimos en un mundo comandado por un experto en la difamación, pero en lo particular, me considero discípula del general invencible Cristo Jesús, por lo que mi forma de vivir, mis impulsos y hasta mis pensamientos, deberán reflejar quién es el que mora en mi.
¿Te has preguntado quién es tu Comandante? ¿A quién sigues, y cómo lo haces? Si lo buscamos diariamente, nuestros labios estarán lejos de la crítica y del chisme. Existen siempre tantas cosas por las que podemos elogiar a una persona, que no hay cabida para la critica.
A una noble y simpática anciana se la conocía porque nunca hablaba mal de nadie, ni siquiera permitía que oiro lo hiciera en su presencia. Su teoría consistía en que siempre había alguna virtud en la que detenerse. Unos jóvenes, dispuestos a derrotar a aquella mujer, decidieron que ellos sí lograrían hacerle hablar mal de alguien. Llegaron a su casa y comenzaron a quejarse y a criticar al diablo. No les dio tiempo a decir mucho, poique inmediatamente la anciana afirmó: «Es cierto lo que dicen, pero este enemigo también tiene algunas cualidades en las que podemos meditar».
Aquello era demasiado para los muchachos que, asombrados, exigieron una explicación. «Pues bien», continuó la anciana, «la paciencia y la perseverancia son cualidades que muchos seguidores de Cristo deben poner en práctica».
No había más que decir. La lección estaba aprendida. Siempre habrá algo noble, y bueno que decir de los demás. Si hacemos esto nos ponemos al lado de Cristo, quien nos defiende en todo momento de las acusaciones del enemigo y nos presenta ante el Padre limpios por su sangre redentora.
Cuando te veas tentada a hablar de oirá persona sin control, recuerda quién es tu líder. No pierdas el cielo por causa de tus labios. Ayuda a los demás a encontrar la senda correcta. Sea hoy tu oración: «Señor, guarda mi boca de hablar engaño».
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera