Lugar: Michigan, EE.UU.
Palabra de Dios: Lucas 15:10.
Pero el día anterior a que saliéramos de viaje, mi esposo perdió su billetera. Tenía que estar en alguna parte de la casa, pero ¿dónde? buscamos y buscamos y buscamos, pero no apareció. A medida que el momento de partir se acercaba, comenzamos a asustarnos. ¿Cómo iba a abordar el avión? ¿Cómo podría alquilar un auto? ¿Cómo iba a pagar el hotel? En la billetera perdida estaba su carnet de conductor, sus tarjetas de crédito; hasta su tarjeta de identificación.
De alguna manera nos las arreglamos en ese viaje usando mi tarjeta de crédito y el pasaporte de mi esposo como documento de identificación. Pero, cuando volvimos, continuamos la búsqueda. Mi esposo sacó su linterna grande y comenzó a recorrer de nuevo la casa. Una vez más, miró debajo de la cama, en los roperos, detrás de las bibliotecas, debajo del sillón; en todos los lugares donde podría estar la billetera. Hasta revisó la basura. Pero, no pudimos encontrarla por ninguna parte.
-Debí haberla perdido por ahí -dijo mi esposo finalmente.
Pero, siguió buscando.
Desesperado, se dirigió a la cocina, y con su linterna encendida comenzó a abrir cajones y alacenas... ¡y allí estaba, debajo de la pileta de la cocina! Todavía no sabemos cómo llegó allí pero, obviamente, mi esposo estaba contentísimo.
Esta historia me recuerda la parábola de la mujer que perdió una de sus diez monedas de plata. Encendió una lámpara y revisó cuidadosamente toda la casa. Cuando encontró la moneda perdida, invitó a sus amigas y vecinas a alegrarse con ella.
Luego, Jesús continuó diciendo: "Así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente". Así de preciosos somos para Jesús. Él no quiere que ninguno de nosotros se pierda, y cuando estamos a salvo en sus brazos, ¡hay mucha alegría en el cielo!
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson