Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que me en mí, aunque este muerto, vivirá (Juan 11: 18).
La vida y la muerte siguen siendo un misterio. Los científicos buscan nuevas fórmulas para hallar la esencia de la vida, pero no lo logran. ¡Ahora vives y un segundo más tarde ya no existes!
Tienes motivos para no querer ser como la hierba que hoy es y mañana ya no está. Dios no nos creó para que pasásemos con tanta fugacidad por este mundo, sino para que tuviéramos vida eterna. Solo cuando entro el pecado en el mundo, llego la muerte como consecuencia.
¿Te da miedo la muerte? Es lógico. Incluso la vida da miedo, por lo difícil que resulta enfrentarla y manejarla con éxito. Sin embargo, aunque la realidad no se puede cambiar, Cristo presenta una salida eficaz para la desesperada condición mortal. Sus palabras imparten vida en abundancia al corazón del que las acepta. Si, la resurrección de Jesús es la garantía de que todos tendremos vida eterna. Así que ya no hay que temer, tienes la certeza de que vivirás para siempre.
Pensando en este tema, vino a mi mente la escena dolorosa de la perdida de un ser querido. Ese recuerdo abrumador me llevo a buscar fe y confianza en Dios. Con el rostro cubierto de lágrimas, escribí: «Hoy que las sombras son negras. / Hoy que respiro dolor. / Hoy que las manos se estrechan / para decir un adiós. / Hoy que la muerte te lleva, / hoy que es la separación, / hoy que en la tumba te dejo, / hoy te suplico, Señor: / "¡Guárdalo tú, guárdalo, Señor! / Hasta aquel gran día, cuando no habrá mas adiós. / ¡Guárdalo tú!" ».
¿Estás pasando en estos momentos por el trance de decirle adiós a alguien que amas? ¿Has experimentado ese dolor indescriptible? Cristo también lloro. Y el Padre oculto su rostro frente a la muerte de su hijo por el dolor que le causaba. El llanto es una muestra de que anhelas algo mejor.
¿Has aceptado el presente libre de temor y el futuro repleto de vida que Cristo te ofrece? ¿Puedes, entre lágrimas llenas de fe y esperanza, decir: «Te esperare.»? La muerte no es el final, sino un enemigo ya vencido.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
La vida y la muerte siguen siendo un misterio. Los científicos buscan nuevas fórmulas para hallar la esencia de la vida, pero no lo logran. ¡Ahora vives y un segundo más tarde ya no existes!
Tienes motivos para no querer ser como la hierba que hoy es y mañana ya no está. Dios no nos creó para que pasásemos con tanta fugacidad por este mundo, sino para que tuviéramos vida eterna. Solo cuando entro el pecado en el mundo, llego la muerte como consecuencia.
¿Te da miedo la muerte? Es lógico. Incluso la vida da miedo, por lo difícil que resulta enfrentarla y manejarla con éxito. Sin embargo, aunque la realidad no se puede cambiar, Cristo presenta una salida eficaz para la desesperada condición mortal. Sus palabras imparten vida en abundancia al corazón del que las acepta. Si, la resurrección de Jesús es la garantía de que todos tendremos vida eterna. Así que ya no hay que temer, tienes la certeza de que vivirás para siempre.
Pensando en este tema, vino a mi mente la escena dolorosa de la perdida de un ser querido. Ese recuerdo abrumador me llevo a buscar fe y confianza en Dios. Con el rostro cubierto de lágrimas, escribí: «Hoy que las sombras son negras. / Hoy que respiro dolor. / Hoy que las manos se estrechan / para decir un adiós. / Hoy que la muerte te lleva, / hoy que es la separación, / hoy que en la tumba te dejo, / hoy te suplico, Señor: / "¡Guárdalo tú, guárdalo, Señor! / Hasta aquel gran día, cuando no habrá mas adiós. / ¡Guárdalo tú!" ».
¿Estás pasando en estos momentos por el trance de decirle adiós a alguien que amas? ¿Has experimentado ese dolor indescriptible? Cristo también lloro. Y el Padre oculto su rostro frente a la muerte de su hijo por el dolor que le causaba. El llanto es una muestra de que anhelas algo mejor.
¿Has aceptado el presente libre de temor y el futuro repleto de vida que Cristo te ofrece? ¿Puedes, entre lágrimas llenas de fe y esperanza, decir: «Te esperare.»? La muerte no es el final, sino un enemigo ya vencido.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera