Rode, al igual que María, fue tildada de loca. Ambas tenían un mensaje maravilloso que dar, el cual habían recibido como respuesta a sus suplicas. Ambas habían orado mucho y tuvieron el privilegio de ser portadoras de una buena noticia. Ninguna de las dos se dio por vencida ante las burlas y la incredulidad de sus hermanos en la fe. ¿Te pareces a estas mujeres o eres de las que, por temor al qué dirán, apagas la llama que Dios ha puesto en ti para que des testimonio de lo que él hace en tu vida?
A veces tenemos la posibilidad de expresar nuestra gratitud por las cosas que Dios ha hecho en nuestras vidas, pero nos cohibimos de hacerlo porque pensamos que se van a burlar de nuestra ingenuidad. Entonces, en lugar de ordenar nuestros pensamientos y palabras y dejar que nuestro corazón agradezca a Dios libremente, sin prejuicios ni temores, decidimos hacer una oración mecánica o un comentario superficial y perdemos la oportunidad de tocar un corazón. Por eso en ocasiones nos dedicamos a escuchar los testimonios ajenos, para compararlos con nuestra propia experiencia y así valorar si lo que nosotras tenemos que contar es «interesante» o no.
Jesús actuaba con mucha más naturalidad que nosotros. Él daba gracias a Dios por todo, sin estar pendiente de si recibiría alguna mirada crítica o alguna burla. Cuando sostenía en sus manos la sencilla y escasa comida consistente en cinco panes y dos pececillos levantó al cielo sus brazos y bendijo a Dios públicamente, a pesar de que era tan «poca cosa».
¿Se dedica en tu iglesia tiempo a la testificación? Si es así no tienes que buscar en tus recuerdos algo notable por lo cual «valga la pena» dar testimonio. Dar gracias a Dios por lo cotidiano nos hace valorar cuan cerca está el Dios del cielo de todos nosotros. Cuando somos capaces de agradecer por las cosas que ni siquiera hemos pedido y que nos son concedidas diariamente como el sol o el agua, nos estamos preparando para recibir cosas mayores.
La gratitud es el mejor método para decirle al mundo que Dios es amor.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera