Lugar: Uganda
Palabra de Dios: Isaías 6:8
Un sábado de tarde, el joven Timeteo se detuvo en la casa de Omwami Mukasa, un hombre adinerado de la aldea que se oponía al cristianismo. Cuando un chico atendió a la puerta, Timeteo le entregó un pequeño folleto acerca del sábado, y le pidió que se lo entregara a su padre.
Esa noche, cuando el señor Mukasa volvió a su hogar, su hijo le dio el folleto.
-Uno de los muchachos de la escuela de la misión del sábado trajo esto - le dijo a su padre.
Inmediatamente, Mukasa le arrebató el folleto y lo arrojó al fuego, que estaba encendido en el patio. Pero, no se dio cuenta de que el viento había alejado el papel de las llamas.
A la mañana siguiente, la señora Mukasa comenzó a barrer el patio. Al encontrar las hojas arrugadas, decidió guardarlas; podría usar el papel para envolver los huevos que llevaba al mercado. La siguiente vez que tuvo huevos para vender, la señora arrancó una página tras otra del folleto, y envolvió con cuidado cada huevo.
Un hombre llamado Mwanje le compró una docena de huevos. Cuando desenvolvió los huevos en su casa, una frase del papel le llamó la atención, luego otra, y otra. Rápidamente desenvolvió todos los huevos, estiró las hojas y las puso en orden.
Lo que leyó lo fascinó. Sacó su vieja Biblia y buscó los textos. Y, por cierto, ¡eso era lo que decía la Biblia! Impresionado, llenó una encuesta de interés y la envió. Pronto, Mwanje recibió más información, y lo visitó alguien de la escuela de la misión, para estudiar con él. Al final, Mwanje decidió bautizarse, y todo porque Timeteo había hecho su parte.
Tú y yo también podemos tomar parte en compartir las buenas noticias. Quizá nunca sepamos cómo Dios nos utilizará, pero, al igual que el profeta Isaías, podemos decir: "Aquí estoy. ¡Envíame a mí!."
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson