lunes, 25 de enero de 2010

LA VOZ DEL MAESTRO

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen (S.Juan 10:27).

Uno de los momentos más destacados para mí, en un viaje a Nueva Zelanda que realicé hace poco, fue una visita al Centro Antartico Internacional en Christchurch. Tuve la oportunidad de mirar de cerca una comunidad de pingüinos azules pequeños. Es la especie de pingüinos más pequeña, Crece solamente cuarenta centímetros de alto y pesan un poco más de un kilogramo. Aunque tienen un poco de desventaja sobre la tierra seca, son expertos nadadores, y disfruté observándolos a través de las paredes de vidrio de una piscina construida especialmente para ellos.
Aunque su recinto es muy pequeño comparado con el océano abierto, los pingüinos del Centro Antártico no están cautivos; han sido rescatados. Cada uno de ellos tiene una herida que lo incapacita para sobrevivir en su habitat natural. Una aleta paralizada, por ejemplo, significaría que un pingüino no puede nadar o hacer las maniobras necesarias para conseguir alimentos. Un pequeñito, que los rescatistas llamaron Elvis, aparentemente había recibido el golpe de un bote cuando era pequeño y estaba ciego. Mientras el asistente alimentaba a Elvis, nos contó que un día una mujer lo había sorprendido llamándolo: "Elvis, ¿me recuerdas?". El pequeño pingüino había girado en su dirección y había graznado en señal de reconocimiento. ¡El reconocía aquella voz! Era aquella misma mujer, una voluntaria del servicio de rescate de la vida silvestre, quien lo había cuidado hasta que se recuperó. Ella en respuesta lloró de felicidad porque después de tanto tiempo, esfuerzo y amor, sin esperar nada a cambio, un pequeño pingüino todavía reconocía su voz.
Sin lugar a dudas, los pingüinos no eran característicos de la antigua Palestina, pero sí lo eran las ovejas (como lo son en Nueva Zelanda también). La historia del pequeño Elvis me recuerda a las palabras de Jesús en Juan 10. Juan dice que el Pastor "a sus ovejas llama por nombre... y las ovejas le siguen, porque conocen su voz". Y continúa afirmando "Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen... y pongo mi vida por las ovejas" (vers.3,4,14,15).
Quiero escuchar la voz de Jesús hoy, sabiendo que es el único que puede salvarme de los peligros mortales de este mundo.
Jennifer M Baldwin
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

AGENTES DE LIBERACIÓN

Por eso Dios me envió delante de ustedes: para salvarles la vida de manera extraordinaria y de ese modo asegurarles descendencia sobre la tierra, fue Dios quien me envió aquí, y no ustedes. Él me ha puesto como asesor del faraón y administrador de su casa, y como gobernador de todo Egipto. Génesis 45:7,8.

Jose pudo haberle dicho a Dios: «Señor, ¿por qué no me dijiste todo bueno que me pasaría al final, durante aquellas trágicas y tenebrosas jornadas cuando me llevaban a Egipto en la caravana de los ismaelitas? ¿Por qué no aliviaste mi sufrimiento con una visión de lo que pensabas hacer conmigo?». ¿Qué te parece oír a José decir que se había convertido en asesor del monarca del mayor de los imperios de entonces y administrador de la casa real? Donde quiera que José llegaba se derramaba también la bendición de Dios.
Sin embargo, las bendiciones de Dios no nos invisten de ningún tipo de «privilegio» dentro del gran conflicto. De niño, José llevaba responsabilidades en la casa de su padre (Génesis 37: 3). Igualmente, en su primer trabajo como esclavo, su amo «le confió la administración de todos sus bienes» (Génesis 39: 4). Por si fuera poco, durante su estada en la cárcel el jefe de la prisión «puso a José a cargo de todos los prisioneros y de todo lo que allí se hacía» (Génesis 39: 22).
¿Por qué habrían vendido a José al capitán de la guardia? Parece que llegó muy bien recomendado. Sus compradores deben haber hecho un buen negocio al venderlo a un encumbrado egipcio. Tal vez ellos pensaron que habían sido muy astutos en comprar a este jovencito, pronto se dieron cuenta de que era una verdadera joya. Ahora José se había convertido en gobernador de todo Egipto, ¡la nación más poderosa del mundo! «Solamente en el trono seré yo mayor que tú», había dicho el faraón. Además, le entregó su propio anillo, símbolo de poder, lo llevó en un desfile por la ciudad y el mismo soberano pregonaba que se arrodillaran delante de él. ¡Y apenas tenía treinta años! En medio del conflicto, muchas veces probamos los sin sabores de las caravanas de la tristeza: Incomprensiones, envidias, falsos testimonios. Nada de eso debe perturbar nuestra fidelidad a Dios. Así nos mantendremos libres del temor.

«La experiencia religiosa se obtiene solamente por el conflicto, por los chascos, por la severa disciplina propia y por la oración ferviente». MJ 180.


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

EL EVANGELIO Y LA FE

A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen (Romanos 1: 16).

El evangelio trata de cómo se puede obtener la salvación aquí y ahora. Nos dice que dicha salvación es para todos, pero que la obtienen solo los que creen. La salvación es un asunto de la justicia de Dios. Y esta se obtiene a través de un proceso que empieza con fe y termina con fe. Así que la fe es vital en la obtención de la salvación. Por eso el apóstol dice que el justo vivirá por la fe. Es la fe la que hace vivir al justo. Uno puede creer que es justo de alguna otra manera, pero solo la justicia que emana de la le es la que hace vivir. Se puede decir, entonces, que «el que por la fe es justo, vivirá». Lo cual implica que el que cree que es justo por alguna otra razón, no vivirá. Si creemos que somos justos por nuestra cuenta, por la obediencia a una norma humana, o por algún mérito propio o de otro, esto no cuenta para la salvación de acuerdo a la justicia de Dios.
Si el evangelio se relaciona con la justicia de Dios y con la fe, entonces se puede concluir que la doctrina de la justificación por la fe es la esencia del evangelio. Alguien podría sentir vergüenza de este tipo de evangelio que proclama una salvación basada en la fe. La salvación es más atractiva cuando se obtiene por el esfuerzo personal. Cuando la obtenemos a través de algún sacrificio individual, por algo que valga la pena, por la dedicación y la entereza, por la perseverancia o el martirio, entonces se siente uno orgulloso de la salvación, como de cualquier otro logro humano. El problema es que eso no vale para Dios. Para él vale solo la fe. Así que nos conviene reflexionar en la importancia del mensaje de la justificación por la fe, lo cual se hará de aquí en adelante.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C