«Dame, hijo mío, tu corazón y miren tus ojos mis caminos» (Proverbios. 23:26, RV95).
Le prometí a mi hija que si se recuperaba de las quemaduras que sufrió en las piernas, yo me raparía la cabeza en agradecimiento a mi dios» explicaba Mala, una mujer de la India. Ella era una más de las miles de mujeres que llegan cada semana al Templo de Tirupati, a raparse el cabello en señal de ofrenda a su dios. En pocos minutos, largas melenas caen al suelo, acompañadas por el llanto de niños que tampoco desean que les rapen la cabeza. Pero para las mamás que toman esa decisión, lo que hacen es bueno: están ofrendando a su dios lo mejor que tienen, su pelo. Lo hacen para mostrarle su agradecimiento y su amor.
Pero este no es el tipo de ofrenda que pide Dios. La ofrenda que él quiere es nuestro corazón. Quiere que le entreguemos lo que somos; no pide lo externo, pide lo interno. Las ofrendas que le agradan tienen que ver con lo siguiente:
«No se olviden ustedes de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen; porque estos son los sacrificios que agradan a Dios» (Heb. 13:16).
«Misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos» (Ose. 6:6, RV60).
Portarnos «como deben hacerlo los que son del Señor, haciendo siempre lo que a él le agrada, dando frutos de toda clase de buenas obras y creciendo en el conocimiento de Dios» (Col. 1:10).
«Tú no quieres ofrendas ni holocaustos; yo te los daría, pero no es lo que te agrada. Las ofrendas a Dios son un espíritu dolido; ¡tú no desprecias, oh Dios, un corazón hecho pedazos!» (Sal. 51:16-17).
«Alabaré con cantos el nombre de Dios; lo alabaré con gratitud, y el Señor quedará más complacido que si le ofreciera un toro en sacrificio o un novillo con cuernos y pezuñas» (Sal. 69:30-31).
«En otro tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor» (Efe. 5:8-10, RV95).
«El Señor no soporta las ofrendas de los malvados, pero recibe con agrado la oración de los justos» (Prov. 15:8).
Señor, ayúdanos a saber cuál es la mejor ofrenda que podemos hacerte, y a vivir fielmente en tus caminos. Amén.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020
UN DÍA A LA VEZ
Patricia Muñoz Bertozzi
Lecturas Devocionales para Mujeres 2020.