«El quinto, sardónice; el sexto, sardio; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisoprasa; el undécimo, jacinto; y el duodécimo, amatista» (Apocalipsis 21:20, BLA).
Hoy examinaremos la décima piedra preciosa de las murallas de la Nueva Jerusalén. Se llama crisopraso. De hecho, el crisopraso es una variedad de calcedonia de color verde manzana. Me pregunto por qué Dios puso dos clases de la misma piedra en las murallas de la Nueva Jerusalén. ¿Será que se le acabaron las piedras preciosas? No lo creo. Hay muchos tipos de piedras preciosas que él pudo haber utilizado para la muralla. Entonces, ¿por qué lo hizo?
Lamento decirte que no tengo la respuesta, pero esto me hizo recordar a mis mejores amigos. ¿Por qué? Porque creo que Dios pone en nuestras vidas gente que se parece mucho a uno para bendecirnos. Estos son los amigos con los que podemos jugar y conversar y que a pesar de saber cómo somos nos siguen amando. Ellos son un poquito diferentes a nosotros, como la calcedonia y el crisopraso, pero se parecen mucho en varios aspectos. ¿No te alegra que nuestro Dios haya sido tan bueno al haber puesto personas tan maravillosas en nuestra vida que sean tan parecidas a nosotros? ¡En verdad Dios nos ama!
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush