martes, 2 de julio de 2013

CAJERO INCORRUPTIBLE

Lugar: Ohio, EE. UU.
Palabra de Dios: 1 Corintios 13:5

James Ritty contó el dinero recaudado ese día en su restaurante en Dayton, Ohio. “Esto no me parece que esté bien”, pensó. “Tuvimos muchos más clientes que esto hoy. Debería haber más dinero”.
El problema parecía ser con el cajero, pero el señor Ritty no podía probarlo. Todo lo que sabía era que los clientes le pagaban directamente al cajero, y como no había nada que registrara la transacción, era difícil saber exactamente cuánto dinero había ganado el restaurante ese día.
Algunos comerciantes exigían a sus cajeros que anotaran todo el dinero que entraba. Pero, en los días de mucho trabajo era muy difícil hacerlo, y menos todavía estar seguro de que las cifras fueran las correctas.
“Es imposible”, se quejaban los cajeros, así que los dueños se encontraban de vuelta con el problema original.
El negocio seguía como siempre, y el señor Ritty decidió irse de vacaciones a Europa. Allá, por la década de 1870, la mejor manera de viajar era en un trasatlántico a vapor. Mientras Ritty estaba en el barco, uno de los tripulantes le preguntó si le gustaría visitar la sala de máquinas.
-Claro que sí -respondió el comerciante.
El Sr. Ritty disfrutó viendo cómo funcionaban las cosas. Pero, un aparato que contaba las revoluciones de la hélice lo fascinó especialmente.
Si una máquina podía contar cuántas veces daba vuelta la hélice, seguramente otra máquina podría registrar cuánto dinero recibía un cajero. Emocionado, cuando volvió a su casa en Ohio construyó la primera máquina registradora.
A veces, es importante registrar algo cuidadosamente. Pero, una de las cosas de las cuales no es necesario llevar la cuenta es de las cosas malas que te hace tu hermano, tu hermana o tu amigo. Recuerda, el amor “no guarda rencor”. No guardes rencor a nadie, sino sé paciente y rápido para perdonar.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

DEMOS PASO A LAS NUEVAS GENERACIONES

No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás. La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Filipenses 2:3-6

Hace algún tiempo asistí a un seminario para matrimonios en el que compartirla algunas charlas con una de mis antiguas alumnas, a quien aprecio ya que, cuando fui maestra de secundaria, estuvo en varias de las clases que me tocó impartir.
Ahora, después de unos cuantos años, hemos dejado de vernos como maestra y alumna. Más bien nos tratamos como dos profesionales que realizan su trabajo en un mismo campo. Mi alumna se ha convertido en una excelente psicóloga clínica, y en aquella ocasión me dejó asombrada por la forma en que compartía sus conocimientos.
Debo confesar que en más de un caso consideré conveniente reforzar mis charlas utilizando varias ideas de ella.
Algunas de nosotras hemos permanecido en el escenario de la vida durante varias décadas y nos hemos acostumbrado a ello. Sin embargo, es bueno reconocer que llega el momento en que debemos ceder el lugar a las generaciones más jóvenes que vienen detrás de nosotras. Al tomar en cuenta que poseemos un mayor cúmulo de experiencias, podremos asumir la posición de mentoras y guías.
Del mismo modo, al llegar el momento apropiado, Juan el Bautista fue capaz de decir respecto a Jesús: “A él le toca crecer, y a mí menguar” (Juan 3:30). Ojalá podamos tener esa misma actitud al ver cómo surgen nuevas dirigentes en un mundo de rostros renovados. Las ideas jóvenes son frescas e inyectan nuevos ánimos; lo rutinario sufrirá cambios, y la manera de hacer las cosas variará. Todo esto es algo siempre bueno y deseable.
Sentamos a ser espectadoras, escuchar en vez de hablar, aceptar indicaciones en lugar de darlas, demuestra madurez y equilibrio mental. Podremos actuar así si la humildad de Cristo se convierte en una virtud de nuestro carácter.
Querida hermana, un buen pensamiento para el día de hoy es: “El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido” (Prov. 29:23).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

EL GORRO MÁGICO

La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no sé la doy a ustedes como la da el mundo.
No se angustien ni se acobarden (Juan 14:27).

En 1935, el anatomista James Papez notó que los pacientes que morían de rabia a menudo experimentaban ataques de ira y terror durante las horas que precedían a su muerte. Él sabía que la rabia es transmitida por la mordedura de los perros y pensó que probablemente algo en la saliva del perro se desplazaba por los nervios periféricos de la víctima, pasando por la médula espinal, hasta el cerebro. Después de diseccionar los cerebros de varias víctimas encontró que el virus de la rabia se desplazaba hacia unos ganglios de células nerviosas, o núcleos, conectados por grandes tractos de fibras en forma de “C” que se encuentran ubicados en la profundidad del cerebro. A esto se lo conoce como sistema límbico, el cual está diseñado para la experimentación y la expresión de emociones.
En la actualidad existe un aparato que parece salido de la ciencia ficción, utilizado en una técnica conocida como estimulación magnética transcraneana. Digamos que es un gorro mágico. Este aparato dispara campos magnéticos extremadamente potentes a lugares muy precisos de tejido del cerebro. Estos experimentos nos ofrecen indicios para entender el funcionamiento de algunas partes de nuestro cerebro. Por ejemplo, si lo aplicas a la corteza motora, podrías experimentar movimientos involuntarios en el hombro, como si fueras una marioneta. Una persona ciega de nacimiento que reciba estímulos en las áreas visuales del cerebro que no se han degenerado, podría asimilar los colores o recuperar en algún sentido la visión. Aplicada la estimulación en otras zonas del cerebro, se podrían recordar escenas del pasado de las que ni siquiera hubiera conciencia.
Si tuvieras la oportunidad de utilizar este aparato, ¿qué te gustaría experimentar? ¿Querrías que se estimularan centros de placer para disfrutar el momento, o hurgar en la profundidad de tu memoria para ver si encuentras algo interesante, o experimentar con el sistema límbico para ver si puedes tener paz y alegría en lugar de ira y terror?
Yo no estoy seguro de qué escogería. Sí estoy seguro, en cambio, de que me gustaría que el Espíritu Santo trabajara en mí para darme paz y seguridad duraderas. Si reflexionas, encontrarás que la verdadera paz solo puede originarse en la seguridad de que hay una provisión perfecta para nuestras necesidades físicas, sociales y espirituales. Dios es el proveedor perfecto que nos la ofrece. ¿Te gustaría poner tu vida en sus manos esta mañana?
Acepta hoy la paz verdadera que Cristo ofrece, antes de entrar en tus quehaceres cotidianos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

LA PRUEBA DE CAÍN Y ABEL

Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Génesis 4:3-5.

Caín y Abel, los hijos de Adán, eran muy distintos en carácter… Estos hermanos fueron probados, como lo había sido Adán antes que ellos, para comprobar si habrían de creer y obedecer la Palabra de Dios. Conocían el medio provisto para salvar al hombre y entendían el sistema de ofrendas que
Dios había ordenado. Sabían que, mediante esas ofrendas, podían expresar su fe en el Salvador a quien estas representaban, y al mismo tiempo reconocer su completa dependencia de él para obtener perdón. Y sabían que sometiéndose así al plan divino para su redención, demostraban su obediencia a la voluntad de Dios y demostraban fe y dependencia del Salvador tipificado por estas ofrendas.
Los dos hermanos levantaron altares semejantes, y cada uno de ellos trajo una ofrenda. Pero Caín, desobedeciendo el directo y expreso mandato del Señor, presentó solo una ofrenda de frutos. No hubo señal del cielo de que este sacrificio fuera aceptado. Abel rogó a su hermano que se acercase a Dios en la forma que él había ordenado, pero sus súplicas crearon en Caín mayor obstinación para seguir su propia voluntad. Como era el mayor, no le parecía propio ser amonestado por su hermano, y desdeñó su consejo.
Abel trajo lo mejor de las primicias de su rebaño, conforme a las instrucciones del Señor. En el cordero inmolado, vio por la fe al Hijo de Dios, señalado para morir por causa de la transgresión de la Ley de su Padre. Dios respetó la ofrenda de Abel: descendió fuego del cielo y consumió la víctima. Caín ahora tenía una oportunidad de ver y reconocer su error… Y aquel que no hace acepción de personas respetará la ofrenda de fe y de obediencia…
La ofrenda de Abel había sido aceptada, pero esto fue así porque Abel había hecho cada detalle conforme Dios se lo requirió —Signs of the Times, 16 de diciembre de 1886; parcialmente en Patriarcas y Profetas, pp. 58-60.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White