De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios... (S. Lucas 2: 13).
Por favor maestra, ayúdenos. Eran dos jóvenes que deseaban organizar un coro varonil. Al ver su deseo me dispuse a ayudarles y organizamos un hermoso coro. Pronto contábamos con un repertorio como para poder presentar un concierto. Al poco tiempo fuimos invitados para una reunión de Laicos en Sinaloa. Felices de salir de un internado, ver caras nuevas y pasar por la experiencia de cantar frente a un público desconocido partimos muy temprano. Llevábamos dos vehículos, uno con una capacidad de diez a doce pasajeros y otro con capacidad de cinco. Este último nos rebasó y se adelantó en el viaje. Íbamos felices, platicábamos y cantábamos. De repente nos impactamos con otro automóvil. Apenas me dio tiempo de tomar a mis dos hijos fuertemente, pero en segundos salí volando por la parte de enfrente junto con mis hijos y caí sobre un cactus: las espinas se encajaron en mi cuerpo, los niños cayeron sobre mí. El auto continuó dando vueltas y cayó en un dique. Después de revisar que mis hijos no tuvieran lesiones, traté de levantarme para ir en auxilio de los demás. Pero no pude pararme. De repente observé que una de mis piernas estaba fuera de su lugar. Desde donde estaba observé cómo cada uno de los tripulantes salía del agua. Pero faltaba mi esposo. Desesperada les pedí que fueran a ver qué sucedía con él. Lo encontraron prensado entre el asiento y la puerta. Mi marido dice que sintió cómo se rompían sus costillas una a una, se le quebraron cinco. No podía moverse, el agua casi le llegaba a la boca y estaba a punto de ahogarse. Los muchachos cargaron la camioneta y pudieron rescatarlo. Quienes pasaban por el sitio no podían creer que estuviéramos vivos. La empresa de seguros declaró como pérdida total el vehículo. Muchas situaciones pasaron, momentos de desesperación, incapacidades por varios meses, cama, muletas, etcétera. Pero reconocí que Dios es quien dirige nuestras vidas. La presencia divina se sintió. Testificamos el auxilio de millares de ángeles. Sin duda alguna, millares de ángeles te han protegido en diversas situaciones. Agradezcamos a Dios por esos vigilantes tan efectivos que Dios nos ha dado.
Por favor maestra, ayúdenos. Eran dos jóvenes que deseaban organizar un coro varonil. Al ver su deseo me dispuse a ayudarles y organizamos un hermoso coro. Pronto contábamos con un repertorio como para poder presentar un concierto. Al poco tiempo fuimos invitados para una reunión de Laicos en Sinaloa. Felices de salir de un internado, ver caras nuevas y pasar por la experiencia de cantar frente a un público desconocido partimos muy temprano. Llevábamos dos vehículos, uno con una capacidad de diez a doce pasajeros y otro con capacidad de cinco. Este último nos rebasó y se adelantó en el viaje. Íbamos felices, platicábamos y cantábamos. De repente nos impactamos con otro automóvil. Apenas me dio tiempo de tomar a mis dos hijos fuertemente, pero en segundos salí volando por la parte de enfrente junto con mis hijos y caí sobre un cactus: las espinas se encajaron en mi cuerpo, los niños cayeron sobre mí. El auto continuó dando vueltas y cayó en un dique. Después de revisar que mis hijos no tuvieran lesiones, traté de levantarme para ir en auxilio de los demás. Pero no pude pararme. De repente observé que una de mis piernas estaba fuera de su lugar. Desde donde estaba observé cómo cada uno de los tripulantes salía del agua. Pero faltaba mi esposo. Desesperada les pedí que fueran a ver qué sucedía con él. Lo encontraron prensado entre el asiento y la puerta. Mi marido dice que sintió cómo se rompían sus costillas una a una, se le quebraron cinco. No podía moverse, el agua casi le llegaba a la boca y estaba a punto de ahogarse. Los muchachos cargaron la camioneta y pudieron rescatarlo. Quienes pasaban por el sitio no podían creer que estuviéramos vivos. La empresa de seguros declaró como pérdida total el vehículo. Muchas situaciones pasaron, momentos de desesperación, incapacidades por varios meses, cama, muletas, etcétera. Pero reconocí que Dios es quien dirige nuestras vidas. La presencia divina se sintió. Testificamos el auxilio de millares de ángeles. Sin duda alguna, millares de ángeles te han protegido en diversas situaciones. Agradezcamos a Dios por esos vigilantes tan efectivos que Dios nos ha dado.
Elizabeth Suárez de Aragón
Tomado de la Matutina manifestaciones de su amor
Tomado de la Matutina manifestaciones de su amor