domingo, 3 de abril de 2011

¿PARA QUIÉN ES TU ALABANZA?

Cuando Josué oyó el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Hay gritos de pelea en el campamento. (Éxodo 32:17).

Como crecí en un ambiente musical, me resulta a veces difícil concebir que haya personas que no puedan distinguir la diferencia entre un sonido y otro, o al menos darse cuenta de cuando son distintos. Pero lo cierto es que Dios no le ha dado un buen oído musical a todo el mundo, como también es cierto que no todo el que recibe este talento lo valora y lo agradece honrando a Dios con él. Hay personas, sin embargo, que con su voz, aun sin pulir, alaban y honran mejor a Dios que muchos profesionales.
En cierta congregación había un hermano muy ferviente que, aunque tenía una buena voz, no tenía nada de oído. Para el todos los sonidos eran iguales, pero cantaba con tanto entusiasmo, con tanto amor, que a pesar de ser criticado por los demás, era valorado en el cielo, donde los ángeles se encargaban de transformar su melodía en algo sublime.
Mientras leía el pasaje de hoy, pensaba en estas cuestiones. Por una parte Josué, aunque escuchaba el sonido que llegaba del campamento, no tenía muy buen oído. Para el, el sonido de la guerra y el del alboroto desenfrenado de las pasiones sensuales sonaban absolutamente igual. Moisés, sin embargo, distinguió rápidamente la diferencia y se dispuso a actuar.
Tal vez no hayas recibido ningún tipo de educación musical, pero estoy segura de que puedes diferenciar la voz divina de cualquier otra voz. ¿Cómo? Acostumbrándote a escuchar la música que te acerca a él, no la que enaltece el egoísmo o resalta las pasiones. No creo que en el cielo se cante ninguna de las canciones que son tan populares en la tierra. Los ángeles tienen que hacer un buen trabajo para que nuestro degradado talento musical pueda ser disfrutado por los oídos del más grande de todos los músicos. Mi pregunta es: ¿Estas dispuesta a escuchar o a interpretar música en la presencia de Dios? ¿Podrá escuchar él lo que tu cantes?
La alabanza del corazón es para Dios, y la que exteriorizas, ¿para quién es?

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

DEMOSTRACIÓN PÚBLICA

Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entro en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes. Daniel 6:10.

Actualmente existe una tendencia a querer ocultar la identidad religiosa que se profesa. Son muy pocos los que se animan a confesar públicamente que son practicantes religiosos, o que leen la Biblia con regularidad o sencillamente que creen en Jesús. El secularismo y el ateísmo práctico invadieron todos los rincones de nuestra sociedad y es posible encontrarlos incluso en las iglesias.
Y tú, ¿de qué lado estas? ¿Eres de los pocos que se animan a mostrarse como un cristiano autentico o tratas de pasar desapercibido, para que nadie te pregunte?
Al iniciarme como capellán en un colegio adventista, los directivos y docentes me plantearon el desafío: "Tienes que hacer algo para que nuestros adolescentes y jóvenes mantengan en alto su identidad adventista. Hoy por hoy, el liderazgo lo tienen mayormente alumnos que no pertenecen a nuestra iglesia, que influyen para que algunas aulas no parezcan pertenecer a un colegio cristiano".
Y a medida que fui conociendo a los más de ochocientos alumnos de la escuela, me di cuenta que realmente era como me habían dicho. Había jóvenes que vivían pensando en el sexo de una manera mundana, se empleaba un vocabulario ofensivo entre alumnos, se usaban las marcas en la piel, los tatuajes y los metales incrustados en cualquier parte del cuerpo, y había otras cosas que no deseo mencionar.
Nuestro Dios dejo numerosos casos en las Escrituras de aquellos que se animaron a jugarse por Jesús, que no temieron hacer el ridículo y hasta expusieron su vida para mantenerse del lado de la verdad. Daniel, un joven que llego a las cortes paganas como esclavo, en su vejez tuvo que enfrentar el terrible desafío de adorar a Dios de una manera pública, "como lo solía hacer antes" que el emperador medopersa firmara el edicto. Con una confianza absoluta en su Dios abrió "las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios".
Hoy, el mismo Dios de Daniel te invita a mostrarte como su hijo, a dejarte ver como un seguidor de Jesús. Ese testimonio dará frutos para vida eterna.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

JUSTIFICADOS

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por el seremos salvos de la ira. Romanes 5:9.

Sumergida en un mar de culpa, Alejandra se recrimina por los errores pasados. No es religiosa; tampoco conoce la Biblia ni acaricia inquietudes espirituales. Pero, la culpa la asfixia y la paraliza. Algo, dentro de ella, parece condenarla a una vida de sufrimiento. De cierto modo, siente que merece las adversidades que enfrenta.
El psicoanalista ha tratado de ayudarla a "justificar" sus errores. Pero, por más que racionaliza en torno de ellos, algo más fuerte que el "poder" de su mente le dice que es culpable. Alejandra ignora que el ser humano nace con complejo de culpa; "culpa existencial", dirían los sicólogos.
No importa el nombre que se le dé. La naturaleza humana nace separada de Dios y, lejos del Creador, no hay como ser feliz. A la joven dulce, de mirada penetrante y sonrisa melancólica, le llevo años descubrir el origen de su angustia.
Una noche, hastiada de envenenarse con remedios para dormir, toma en consideración la Biblia.
La primera pregunta que surgió en su mente fue: "¿Puede un libro tan antiguo satisfacer mis inquietudes?" Había buscado respuestas en el enmarañado de sus ideas existencialistas; y no las había encontrado. Entonces, llevada por el instinto de conservación, se respondió a sí misma, delante de la Biblia: "Nada pierdo intentándolo".
Ese fue el inicio de su recuperación. Leyendo el Libro sagrado, descubrió que todos los seres humanos nacen condenados a muerte: "No hay justo, ni aún uno"; "Todos pecamos y estamos destituidos de la gloria de Dios".
Después de leer esto, entendió el origen de su estado depresivo. Sus sombras, entonces, se volvieron más densas; sus noches, más oscuras. Pero, al continuar leyendo, descubrió el versículo de hoy.
Fue como si el sol iluminase de pronto su oscuridad. Aprendió a confiar en Jesús. Ella es pecadora, pero Jesús ha derramado su sangre para salvarla. Ahora está justificada. Su vida de errores ha sido lavada por la sangre maravillosa de Jesús. La "ira" divina no será más un fantasma en su vida. No más días de angustia; no más noches de insomnio. Ella cree. Y eso le es contado por justicia.
Esa puede ser, también, tu realidad hoy, si recuerdas que: "Mucho más, estando ya justificados en su sangre, por el seremos salvos de la ira".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón