«El Señor le dijo a Moisés: "Dile a Aarón que extienda su bastón sobre los ríos, arroyos y lagunas, para que de allí salgan ranas y llenen el país de Egipto"» (Éxodo 8:5).
Esta noche exploraremos una laguna. Acerquémonos cuidadosamente hasta donde crece la hierba más alta. ¡Prendamos ahora nuestras linternas! ¡Mira! ¡Allí hay una rana! Es inmensa. Escúchala. ¡Qué sonido tan fuerte hace! Es una de las ranas toro más grandes que he visto. Debe de tener como veinte centímetros de largo. Trata de atraparla suavemente con la red. ¡Oh, se ha escapado! Qué rápida es, ¿verdad?
Las ranas son unos animales muy interesantes. Las hay de diferentes clases, y de muchos colores. Pero a pesar de lo interesantes que son, a mí no me gustaría que hubiera ranas por todas partes. Bueno, eso fue exactamente lo que pasó en Egipto durante la plaga de las ranas. Había ranas en los lavamanos, en los inodoros, en las cocinas, ¡y hasta en las camas! Todo porque el faraón no quena dejar que el pueblo de Israel saliera de Egipto.
El faraón era testarudo, y pudo haber evitado muchos problemas. No seamos testarudos como el faraón. Dios tiene muchas cosas buenas planeadas para nosotros, pero solo puede dárnoslas si le entregamos nuestra vida. Encomienda tu vida a Dios ahora, y no permitas que «las ranas se metan en tu cama».
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush