«Cuando la tierra bebe la lluvia que con frecuencia cae sobre ella, y produce una buena cosecha para los que la cultivan, recibe bendición de Dios» (Hebreos 6:7, NVI).
Si tuviéramos que salir a caminar cerca de mi casa durante la temporada seca del verano veríamos una gran cantidad de polvo volando por el aire. A Colorado a veces se lo llama el desierto montañoso por la poca cantidad de lluvia que cae. Cuanto más seco está el piso, más duro se pone. A veces cuando llueve, el agua no es absorbida por la tierra, sino que simplemente se desliza por la superficie endurecida hasta llegara los ríos. Tiene que llover durante varios días para que la tierra se ablande lo suficiente como para absorber e agua.
Cuando la gente está demasiado ocupada para atender las cosas de Dios y se aleja de él durante mucho tiempo, su corazón puede endurecerse como ocurre con el suelo de Colorado. Cuando Dios trata de hablan algunas personas no escuchan. Las palabras de Dios no son absorbidas rápidamente por sus corazones, pues estos se han endurecido para él.
La buena noticia es que Dios no se da por vencido con nosotros. Por muy duros que sean nuestros corazones, él seguirá «derramando» su amor hasta que los ablande y este logre ser absorbido. Deja que Jesús ablande hoy tu corazón. Si lo haces, nunca tendrás un corazón «polvoriento».
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush