Yo soy Alfa y la Omega, principio y fin», dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. (Apocalipsis 1:8).
El famoso pintor, escultor, arquitecto y poeta renacentista Miguel Ángel, nació en 1475 en un pequeño pueblo italiano llamando Caprese. A la edad de 30 años este artista, por orden del papa Julio II, comenzó a pintar la bóveda de la Capilla Sixtina. Durante cuatro años trabajó sin descanso tumbado sobre un andamio. Las nueve escenas que plasmó con maestría sin igual pertenecen al libro del Génesis. El pintor sabía que el comienzo de la humanidad era importante. Después de todo, siempre es trascendental saber de dónde venimos. Pero, además de los personajes directamente relacionados con los pasajes representados, Miguel Ángel insertó otras figuras, como las sibilas, mujeres mitológicas que profetizaban el futuro.
El ser humano no se conforma con saber su pasado, sino que ansía conocer el futuro. Probablemente pensando en eso, unos treinta años más tarde este maestro del pincel regresó a la Capilla Sixtina para pintar en la pared del altar escenas del juicio final, obra que no solo es reconocida por su gran valor artístico, sino por su contenido dramático.
Sí, este hombre que se atrevió a pintar a Adán recién salido de las manos de Dios, ahora se proyectaba hacia el día en que todos tendremos que comparecer ante Dios. Condicionado por las creencias de su época, Miguel Ángel coloca a la Virgen junto a Cristo, al que sitúa en el centro, y en la parte izquierda a los condenados que son arrastrados por los demonios hasta el infierno.
Al colocar a Cristo en el centro, corrobora que, como leemos en las Escrituras, él es el principio y el fin. Cristo ha estado junio a la humanidad a lo largo de toda su historia, y ciertamente estará hasta el final. ¿Has permitido a Cristo acompañarle durante toda tu historia? ¿Es para ti el Creador, Sustentador, Redentor y Salvador? El Alfa y la Omega muy pronto vendrá a buscarnos.
«Velad, pues, orando en todo tiempo que seáis tenidos por dignos de escapar estas cosas que vendrán y de estar en pie delante del Hijo del hombre» (Lúe. 21: .36).
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
El famoso pintor, escultor, arquitecto y poeta renacentista Miguel Ángel, nació en 1475 en un pequeño pueblo italiano llamando Caprese. A la edad de 30 años este artista, por orden del papa Julio II, comenzó a pintar la bóveda de la Capilla Sixtina. Durante cuatro años trabajó sin descanso tumbado sobre un andamio. Las nueve escenas que plasmó con maestría sin igual pertenecen al libro del Génesis. El pintor sabía que el comienzo de la humanidad era importante. Después de todo, siempre es trascendental saber de dónde venimos. Pero, además de los personajes directamente relacionados con los pasajes representados, Miguel Ángel insertó otras figuras, como las sibilas, mujeres mitológicas que profetizaban el futuro.
El ser humano no se conforma con saber su pasado, sino que ansía conocer el futuro. Probablemente pensando en eso, unos treinta años más tarde este maestro del pincel regresó a la Capilla Sixtina para pintar en la pared del altar escenas del juicio final, obra que no solo es reconocida por su gran valor artístico, sino por su contenido dramático.
Sí, este hombre que se atrevió a pintar a Adán recién salido de las manos de Dios, ahora se proyectaba hacia el día en que todos tendremos que comparecer ante Dios. Condicionado por las creencias de su época, Miguel Ángel coloca a la Virgen junto a Cristo, al que sitúa en el centro, y en la parte izquierda a los condenados que son arrastrados por los demonios hasta el infierno.
Al colocar a Cristo en el centro, corrobora que, como leemos en las Escrituras, él es el principio y el fin. Cristo ha estado junio a la humanidad a lo largo de toda su historia, y ciertamente estará hasta el final. ¿Has permitido a Cristo acompañarle durante toda tu historia? ¿Es para ti el Creador, Sustentador, Redentor y Salvador? El Alfa y la Omega muy pronto vendrá a buscarnos.
«Velad, pues, orando en todo tiempo que seáis tenidos por dignos de escapar estas cosas que vendrán y de estar en pie delante del Hijo del hombre» (Lúe. 21: .36).
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera