domingo, 5 de agosto de 2012

¿TRAJISTE HOY TU ESPADA?


«Fíjate en Asiría, que alguna vez fue cedro del Líbano, con bello y frondoso ramaje; su copa llegaba hasta las nubes» (Ezequiel 31:3).

Hace unos cuatro meses estuvimos caminando entre los cedros del Líbano, y hablamos de lo resistente que es su madera y de la propiedad que tienen de repeler insectos. Como dice el versículo, los cedros son también árboles con copas altas y frondosas que brindan sombra a todo el bosque.
En la tierra hay bosques que se caracterizan precisamente por tener árboles de copas muy altas y frondosas. Las selvas húmedas de Sudamérica, por ejemplo, son así. Reciben este nombre porque están ubicadas en una zona donde llueve mucho. En países como Brasil hay selva húmeda. Es precisamente la lluvia la que hace que esta sea tan densa. De hecho, no podrías caminar a través de ella sin un machete o un cuchillo muy grande para cortar todas las ramas y hojas del camino. A veces la vida también puede ser así. Satanás trata de atravesarse en nuestro camino para desanimarnos. ¿Alguna vez has oído hablar de la Biblia como una «espada»? Efesios 6:7 dice que la Biblia es la espada del Espíritu. La Biblia es como un machete que nos ayuda a abrirnos paso a través de la «selva húmeda» de la vida. La Palabra de Dios puede hacernos salir con éxito de todos los problemas que se nos atraviesen. Toma hoy la espada del Espíritu y deja que Dios abra el camino para ti.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UNA ORACIÓN CONTESTADA


Gustad y ved que es bueno Jehová ¡Bienaventurado el hombre que confía en él! (Salmo 34: 8)

Había completado cuatro ciclos de quimioterapia y únicamente me faltaba recuperarme del tratamiento para luego ser sometida a una mastectomía. El cirujano indicó que esperaríamos dos semanas y que entonces se realizaría la misma. Cuando hablé con el oncólogo para saber cuántos tratamientos de quimioterapia me aplicarían después de la operación, él sonrió y dijo: «Si todo en la operación sale bien; si el cáncer no se ha ramificado y los ganglios están limpios, solo te aplicaremos dos ciclos más». Me sentí feliz y desde aquel momento comencé a orar pidiéndole a Dios que hiciera un milagro.
Todavía recuerdo que antes de la operación acudieron familiares, amigos y hermanos para darme ánimo, haciéndome reír; aunque por dentro estaba muy nerviosa. Ya en la sala de cirugía hablé con Dios: «Señor, perdona mis pecados». Sabía que estaba en sus manos. Una vez que durmiera por el efecto de la anestesia no podría asegurar que despertaría, por lo que me entregué a Jesús.
Cuando desperté ya todo había terminado. La cirugía había durado alrededor de tres horas y al final me llevaron de vuelta a mi habitación. Supe que todos estaban muy contentos con los resultados, ya que el tumor no se había extendido y los ganglios estaban completamente limpios. ¡Alabado sea el nombre de Dios! Para él nada es imposible. Le dije a mi hermana: «¿Te das cuenta de que Dios me ama?». Podía decir, como el salmista: «Gustad y ved que es bueno Jehová».
¿Has tenido el privilegio de ver una oración contestada? ¿Has probado el sabor a cielo que nos embarga? Dios me dio mucho más de lo que le pedí, como prometió en su Palabra. He descubierto que la oración fortalece nuestros vínculos con Dios. Mediante la misma nos conectamos con la sabiduría y el poder divino y nuestra voluntad se une a la voluntad de Dios. Eso significa que nuestros pensamientos son transformados. Podremos decir con Pablo: «Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí» (Gal. 2:20).
Querida hermana, Jesús es tu fiel amigo, no hay nadie como él. Acepta que él tiene un propósito para tu vida ¡Acepta que su poder restaurador se extiende a todo aquel que decida creer!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Ana Lucía de Borthomer 

DAR TIEMPO AL TIEMPO


El camino de Dios es perfecto; la promesa del Señor es digna de confianza. 2 Samuel 22:31.

Hace tiempo leí un simpático relato que me hubiera gustado conocer mucho antes. Se titula «El caballo volador» y lo cuenta el escritor Bernard Man-delbaum.
Es la historia de un rey que condenó a muerte a uno de los súbditos del reino. Desesperado por salvarse, el hombre hizo una propuesta atrevida:
—Su Majestad, si me permite vivir enseñaré a volar a su caballo en el término de un año.
Al rey no le disgustó la idea, de manera que le concedió al hombre lo que pedía. Cuando los amigos del condenado a muerte le preguntaron por qué había prometido semejante barbaridad, el hombre explicó.
—Durante un año pueden suceder muchas cosas. El rey puede morir. O yo mismo puedo morir. Quizás el caballo muera. No sé... En un año, ¡hasta un caballo puede aprender a volar! (Choose Life [Escoge la vida], pp. 7, 8).
La respuesta del hombre puede causar risa, pero tiene su pizca de sabiduría. ¿Cuántas cosas pueden pasar en un año? Muchas. Por supuesto, cualquier cosa menos que un caballo vuele. Pero tanto el rey como el caballo podían morir, en cuyo caso el acuerdo perdería su vigor.
¿Qué nos enseña esta historia? Por lo menos dos cosas. Una tiene que ver con el valor del tiempo. Cuando enfrentamos situaciones difíciles, siempre que sea posible conviene «dar tiempo al tiempo». Ahora no vemos una solución al problema, pero ¿quién sabe? Como dicen por ahí, «amanecerá y veremos».
La otra enseñanza tiene que ver con nuestra actitud ante los problemas. Aunque la solución que el hombre de la historia propuso parecía una locura, su actitud era cualquier cosa menos negativa. Tenía todas las de perder, pero él esperaba que ocurriera lo mejor, no lo peor.
¿Estás atravesando por una situación realmente difícil? Si ahora mismo están soplando vientos huracanados en tu vida, esta es mi sugerencia para ti: espera en Dios. Pide a tu Padre celestial que aumente tu fe para creer que, aunque ahora no ves una solución a tu problema, a su tiempo llegará. En otras palabras, Dios proveerá.
A fin de cuentas, ¿hay algo difícil para Dios?
Padre celestial, aumenta mi fe para creer que nada es imposible para ti. Y para confiar que, a su debido tiempo, mi problema se solucionará.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LAS LEYES DEL VUELO


«Hay camino que al hombre le parece derecho, pero es camino que lleva a la muerte» (Proverbios 16: 25).

A menudo viajo en avión. Lo reconozco, que los aviones levanten el vuelo me desconcierta. Sin embargo, no es magia. La aerodinámica tiene sus leyes. Jamás nadie ha volado si no es conforme a las leyes de la aerodinámica. Nadie las establece de propia cosecha ni pregunta a sus amigos qué significan.
Los científicos han aprendido que, hagan lo que hagan en su campo de estudio, deberá ser de acuerdo con los principios que lo gobiernan. Pero, por alguna razón, muchos creen que son libres de adaptar las leyes de la fe y la moral a su gusto.
No inventamos ni reescribimos las leyes de la Física, sino que las descubrimos y las acatamos. De hecho, las tenemos que obedecer tanto si las hemos descubierto como si no. Sin embargo, cada vez más, hay quienes creen que, en lo que al comportamiento humano se refiere, todo depende de las preferencias personales.
Quizá pueda engañar a alguien durante un tiempo. Quizá se engañe usted mismo constantemente.
Pero jamás conseguirá engañar a Dios. La razón por la cual seguimos desafiando y haciendo caso omiso de las leyes de Dios es que la retribución ha sido pospuesta. Si pilotamos un avión y quebrantamos las leyes de la aerodinámica, pagamos el precio inmediatamente. Pero en los asuntos que tienen que ver con la fe y la moral, pueden pasar generaciones antes de que se noten las consecuencias. Y sin embargo, son igual de ciertas.
Aunque algunos podrían desear que no fuera así, es preciso que en la vida del cristiano la Biblia tenga tanto la primera como la última palabra. Mi auto móvil es un Buick Century del 2000. Cuando compramos el coche, en la guantera había un manual del propietario. A la hora de hacer el mantenimiento, puedo elegir si sigo las instrucciones o bien me las salto a la torera. Pero no está en mi mano decidir si las instrucciones son correctas o erróneas o si puedo reescribirlas. Son normas establecidas por el fabricante del vehículo, que es quién mejor sabe cómo mantenerlo en perfecto estado de funcionamiento. Desobedecerlas no va a mi favor.
No nos corresponde a nosotros decidir cómo debemos vivir. Dios nos creó y estableció las reglas. Sería prudente que, por su gracia, vivamos según sus reglas.  Basado en Lucas 11:28

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill