sábado, 24 de septiembre de 2011

PASTEURIZADAS POR EL MAESTRO

Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. (Santiago 1:21)

Louis Pasteur nació el 27 de diciembre de 1822 en Dole, Francia. Sus numerosos aportes científicos han supuesto una bendición para la humanidad hasta el día de hoy. Se dice que a mediados del siglo XIX había problemas en Francia con la conservación del vino. Los cambios químicos ocasionados por ciertos microorganismos afectaban a este producto, agriándolo y degradándolo. Pasteur se dedicó al estudio de ellos e inventó el proceso de pasteurización al descubrir que el calor destruía las bacterias. Aplicó esta teoría no solo al vino, sino también a la leche. Actualmente tanto el proceso de fermentación como el de pasteurización son muy utilizados para la conservación de alimentos.

No solo las cosechas de vino se salvaron por la intervención de este hombre, sino también el comercio de la seda. Aunque Pasteur no sabía nada sobre los gusanos de seda, descubrió que unos parásitos causaban en ellos una enfermedad que estaba afectando a la elaboración de tan formidable tejido. Los gérmenes infectaban los huevos y los gusanos morían antes de tejer los capullos. Esta situación se pudo revertir gracias a los descubrimientos de Pasteur.

Existe un personaje que descubrió la forma de eliminar el germen del pecado. Cristo se ha convertido en el héroe que rescató a la humanidad de la terrible y eterna destrucción producida por la infección del pecado. Pasteur solo reveló el método para eliminar ciertos microbios, pero Cristo destruyó el germen del pecado. Por medio de Cristo podemos descubrir dónde está el pecado y recibir la limpieza espiritual de la intención que produce. Por lo tanto, velemos porque nuestra vida no sea un recipiente propicio para este parásito que dañaría por completo nuestra cosecha.

El salmista clamaba confiado en que Dios lo limpiaría de todos sus pecados, incluso de aquellos que cometía inconscientemente. Deja que tu vida pueda ser guiada a través del proceso de pasteurización divino y que el método de fermentación celestial pueda conservarla pura hasta que llegues a las mansiones eternas.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor

Por Ruth Herrera

¿CUÁNTO TIEMPO ES NECESARIO ORAR?

Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré. Y él oirá mi voz. Salmo 55:17.

Como la oración es una relación de amistad con Dios, la Biblia no reglamenta mucho su forma ni su ocasión. Por esta razón no se presenta ningún mandamiento que diga: "Orarás siempre antes de consumir algún alimento"; ni tampoco: "Cada oración deberá durar no menos de cinco minutos". Así como conversas con un amigo sin que te importe el tiempo, de igual manera ocurre con Dios.
Muchas veces me han preguntado cuánto tiempo es necesario orar. Entonces respondo con el texto de este día: David tenía la convicción de que al orar y clamar tres veces por día, su oración sería oída. No es que Dios requiera que oremos tres veces solamente, pero si este salmo registra la experiencia de un héroe de la fe que recibió muchas respuestas a sus oraciones, entonces podemos intuir que a Dios le agrada que le dediquemos tiempo a la mañana, al mediodía y a la noche.
Pero aclaremos algo: en muchas ocasiones, orar tres veces diarias no es suficiente. Piensa en Jesús y su gran misión sobre la tierra. El relato evangélico nos ilustra que "en aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios" (Lúe. 6:12). Este texto tampoco es un mandamiento, pero nos ayuda a ver que a veces es necesario dedicar tiempo "extra" en la oración para que la bendición divina sea abundante.
La cantidad de tiempo que le dedicas a la oración depende de las situaciones que la vida puede presentarte. ¿Cuánto dedicarías para orar por un amigo que es drogadicto? ¿Cuántas oraciones harías para aprobar una materia difícil? ¿Qué cantidad de tiempo dedicarías para que tu padre consiga trabajo? ¿Qué tiempo te entregarías en oración por la conquista de una persona del sexo opuesto? ¿Cuántas horas pasarías de rodillas clamando por un familiar con cáncer?
Como ves, cada situación demandará de ti diferente cantidad de tiempo para orar, pero no esperes tener una necesidad extrema para orar sin prisa y sin límite de tiempo. Cada día dedícale momentos especiales a tu Padre celestial, y verás cómo el camino que transitas se colmará de bendiciones para ti y los tuyos.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

FRUTOS LIMPIOS

Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. Romanos 5:19.

El enojo en sus ojos era atemorizante. Mirando fijamente al horizonte, trataba de encontrar palabras que no lo lastimasen tanto, pero no las hallaba.
-Yo... yo soy así. ¿Qué puedo hacer? ¡Es mi naturaleza, mi destino, mi suerte; y no hay nada que pueda hacer para cambiarlo!
Mucha gente piensa que jamás podrá cambiar de vida, y justifica sus errores, con la idea de apagar la voz de la conciencia. ¿Tienen ellos la razón? Hoy, tal vez, te levantaste con el sabor de la derrota en tus labios; te duele la cabeza intensamente; tu cuerpo siente la resaca de ayer. Y, mirándote al espejo, te sentencias: Soy así, ¿qué puedo hacer?
La Biblia habla acerca de la naturaleza pecaminosa del ser humano. Desde que venimos al mundo, traemos la inclinación hacia el mal. El versículo de hoy menciona la desobediencia de Adán como puerta de entrada del mal a la vida de todos. El árbol de la humanidad fue contaminado en su raíz, y los frutos son malos.
La vida del ser humano es una incansable lucha en contra de la naturaleza pecaminosa. Creo que nadie, en sana conciencia, desea hacer el mal; a nadie le gusta tropezar y caer a cada rato. No le hace bien a nadie prometer y prometer, sin nunca cumplir.
El texto de hoy presenta un contraste entre Dios y el hombre: si, por un lado, el pecado atacó la raíz de la humanidad y contaminó todos los frutos, por el otro, Cristo venció el pecado, y trajo solución y cura.
Al comenzar un nuevo día de tu historia, recuerda que todos tenemos una naturaleza mala, pecaminosa, que se deleita en vivir lejos de Cristo y que prefiere vivir ajeno a la voluntad de Dios. El Señor Jesús, con el suave pañuelo de su justicia, nos limpia con cariño; nos limpia de todo y nos llama justos.
Cuando por algún motivo te sientas indigno; en las horas de mayor angustia, en los momentos de total desánimo; cuando el martilleo de la culpa te golee sin cesar, recuerda: "Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón