martes, 6 de septiembre de 2011

UNA LUZ PERDURABLE

Como lumbreras en el mundo, asidos de La palabra. (Filipenses 2:15,16).

La luna encubría al pequeño Sebastián quien, a hurtadillas, le había arrebatado a su hermano las partituras que guardaba tan celosamente. Ya que no se le permitía estudiar aquellas obras de los grandes compositores, él las obtendría como fuera, aunque para ello tuviera que pasar noches enteras copiando nota por nota aquellas partituras prohibidas. Seis meses tardó en poder saborear el triunfo, pero por fin podría tocar tan hermosas melodías.
Durante tres días, Sebastián se sentó al clavicordio y con sus manilas fue produciendo cada sonido, mientras su hermano estaba tuera de casa. Un día estaba tan absorto en la música, que no se dio cuenta de que su hermano había irrumpido inesperadamente en la sala, Al descubrir lo ocurrido, este le arrebató cruelmente las partituras que con tanto sacrificio había reescrito el pequeño genio.
Dura fue la reprimenda que recibió de su hermano, aunque no lo suficiente como para impedir que el pequeño Sebastián volviera a sentarse frente al clavicordio y, esta vez con los ojos cerrados, comenzara a tocar las notas directamente desde su memoria. Johann Sebastián Bach había superado todos los obstáculos. Ya nadie le podría quitar lo que atesoraba en su mente. Este extraordinario músico brilló en su época porque retuvo lo que para él era muy importante.
Podemos trasladar esta hermosa lección a nuestros días. En estos tiempos en que el esfuerzo, e! tesón y la perseverancia parecen valores a la baja, Dios llama a mujeres para que resplandezcan como luminares en un mundo decadente y anhelante de valores y principios sólidos. Es un privilegio ser llamadas por Dios a una obra tan sublime.
El texto bíblico continúa diciendo que las personas que se atreven a brillar en el mundo retienen la palabra de vida. Yo me atrevería a decir: «Porque retienen la palabra de vida, pueden brillar como luminares». Retener la palabra de vida es conceder vida a nuestro cuerpo y también inspiración a otros que necesitan luz para andar. No te des por vencida cuando los obstáculos se alcen como murallas ante ti. Aquel que te ha llamado para que muestres su luz, sostendrá la llama que ha puesto en ti.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

RESPUESTA DE DIOS: "SÍ'

Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. 2 Reyes 20:5.

El relato bíblico que registra la oración de Ezequías muestra que a veces Dios responde un rotundo "sí" a nuestras oraciones.
Ezequías fue uno de los reyes de Israel que vivió conforme a la voluntad divina. Realizó numerosas reformas a lo largo de su reinado con el propósito de volver al pueblo israelita a la adoración verdadera. Confió ciegamente en el poder de Dios cuando un rey asirio estuvo a punto de tomar Jerusalén, y recibió la ayuda celestial no solo para librarlo sino también para enriquecerlo con el botín de guerra.
Pero la vida de Ezequías se vio amenazada por en una enfermedad mortal, y el profeta Isaías le dijo: "Jehová dice así: ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás" (2 Rey. 20:1). Este rey de 39 años de edad no se resignó al escuchar el pronóstico de muerte, y acostado en su cama, se dio vuelta hacia la pared y oró a Dios para que obrara un milagro y lo sanara: "Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan".
El profeta Isaías, que había tenido la responsabilidad de dar la trágica noticia al rey israelita, iba saliendo del palacio cuando Dios le dio un nuevo mensaje de sanidad: "Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas, he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová". El milagro que el rey deseaba se hizo realidad, y la enfermedad mortal se sanó como un simple resfriado por la intervención divina.
Es posible que tú también estés viviendo una situación que requiera la intervención divina. Aunque el Señor del cielo ya conoce todo lo que te acontece, no dejes de referírselo a él en oración, para que sus bendiciones se manifiesten y lleven gracia y felicidad a tu vida. Para ello, no es necesario tener una enfermedad terminal, o no tener qué comer, o padecer la desintegración total de la familia; los pequeños detalles, aquellas cosas que parecen sin importancia, podemos encomendarlas al cuidado celestial para que Dios muestre su poder con un grandioso "sí".
Al presentarle cada día tus necesidades al Señor, recuerda: algunas veces, Dios te dirá "no", otras veces Dios dirá "espera" y otras veces Dios dirá "sí", como lo hizo con Ezequías. Lo más importante de todo es que Dios siempre responde.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

VENCE TUS TEMORES

Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. 1 Samuel 17:50.

Aquella casa había estado abandonada desde que Elvira tenía memoria. Todos, en el barrio, la llamaban "La casa encantada", por su aspecto grotesco, mezcla de moho, misterio y herrumbre. Las malezas crecían en derredor, entre paredes rotas que escondían todo tipo de alimañas.
Elvira había crecido escuchando historias fantasmagóricas respecto de aquella vieja casona. Ya no era la niña ingenua, que creía todo lo que las personas decían, pero, por algún motivo que no sabía explicar, la vieja casa misteriosa seguía infundiéndole temor. Sus temores ocultos eran más fuertes que sus convicciones. Su mente le decía una cosa, pero su cuerpo no entendía; temblaba cada vez que pasaba cerca, especialmente cuando el sol se había ido y las sombras bañaban el ambiente con su aire de tristeza.
Pero, los temores de Elvira iban más allá. Empezó a percibir que su vida parecía una bella mariposa, con miedo de salir de su capullo. Y no era feliz. Nadie puede serlo, cuando se vive como si se le debiese algo al mundo; como si respirar fuese inmerecido, sintiendo que todos tienen derecho a sonreír, menos uno. La joven, de sonrisa triste y ojos almendrados, sabía que en aquella casa estaban plasmados todos sus temores. Algo le decía que, si lograse entrar en aquellos escombros, sus temores estarían vencidos. Pensó en David, que con solo una honda y cinco piedrecitas derrotó al gigante Goliat, y en el nombre de Dios se desafió a sí misma.
Era una noche de cuarto creciente. La luna parecía sonreírle. Hizo una oración, y partió hacia sus temores ocultos. No fue fácil, pero había entendido que la única manera de vencer los miedos es enfrentarlos. Mientras huyas de ellos, siempre te perseguirán, y jamás sabrás lo que es contemplar el nacimiento del sol quebrando el reino de la noche.
Elvira fue; y, a partir de aquel día, siguió yendo. Una victoria la preparó para otra. Y nunca más volvió a sentir miedo.
¿Cuáles son tus temores? No los niegues; negarlos es seguir escondiéndote de ellos. Enfréntalos: Dios está a tu lado. "Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón