Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamiento de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis. (Jeremías 29:11).
Muchos viven bajo el terror de ser castigados por un Dios que vigila a los humanos para descargar sobre ellos toda su ira como castigo justo a sus delitos. Un anciano de barba espesa y ceño fruncido, sentado con su cetro, es la imagen que permanece en la mente de muchos. Sin embargo, el texto de hoy nos asegura que nuestro Dios tiene pensamientos de paz y no de mal, para damos un final feliz.
Los pensamientos de Dios no varían, siguen siendo los mismos no importa la época ni el lugar, pero el «fin» que espera el hombre vana con cada generación. Algunos desearían que su fin fuera tener muchas riquezas, vivir cómodamente y gozar de la vida. Otros, en cambio, tienen aspiraciones intelectuales, desean un título y una profesión prestigiosa. Están también aquellos que tienen anhelos emocionales, que desean disfrutar de una pareja estable, de hijos y familia. Aunque nada de esto es malo en sí mismo, sí difiere del fin que tiene Dios para sus hijos.
Jesús contó una parábola acerca de un hombre que obtuvo lo que quería y pensó que con eso había alcanzado el propósito de su vida. Pensaba: «Derribaré mis graneros y los edificaré más grandes, y allí guardaré lodos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: "Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; descansa, come, bebe y regocíjate"» (Luc. 12:18-19). Aquel insensato perseguía los placeres en la vida, pero inesperadamente le llegó el fin, ese fin al que bien haríamos en concederle un poquito más de importancia. Y con el fin le llegó la sentencia: «Esta noche vienen a pedirte tu alma, y lo que has guardado, ¿de quién será?» (Luc. 12: 20).
Sin duda, para ti y para mi llegará el fin. No sabemos cuándo, pero se presentará como un juez implacable que exigirá un informe detallado de lo que hemos hecho con nuestra vida. ¿Cuál es el fin que esperas tener?
Pon tus planes en las manos de Dios para obtener el fin que él espera, según sus pensamientos de paz.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Muchos viven bajo el terror de ser castigados por un Dios que vigila a los humanos para descargar sobre ellos toda su ira como castigo justo a sus delitos. Un anciano de barba espesa y ceño fruncido, sentado con su cetro, es la imagen que permanece en la mente de muchos. Sin embargo, el texto de hoy nos asegura que nuestro Dios tiene pensamientos de paz y no de mal, para damos un final feliz.
Los pensamientos de Dios no varían, siguen siendo los mismos no importa la época ni el lugar, pero el «fin» que espera el hombre vana con cada generación. Algunos desearían que su fin fuera tener muchas riquezas, vivir cómodamente y gozar de la vida. Otros, en cambio, tienen aspiraciones intelectuales, desean un título y una profesión prestigiosa. Están también aquellos que tienen anhelos emocionales, que desean disfrutar de una pareja estable, de hijos y familia. Aunque nada de esto es malo en sí mismo, sí difiere del fin que tiene Dios para sus hijos.
Jesús contó una parábola acerca de un hombre que obtuvo lo que quería y pensó que con eso había alcanzado el propósito de su vida. Pensaba: «Derribaré mis graneros y los edificaré más grandes, y allí guardaré lodos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: "Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; descansa, come, bebe y regocíjate"» (Luc. 12:18-19). Aquel insensato perseguía los placeres en la vida, pero inesperadamente le llegó el fin, ese fin al que bien haríamos en concederle un poquito más de importancia. Y con el fin le llegó la sentencia: «Esta noche vienen a pedirte tu alma, y lo que has guardado, ¿de quién será?» (Luc. 12: 20).
Sin duda, para ti y para mi llegará el fin. No sabemos cuándo, pero se presentará como un juez implacable que exigirá un informe detallado de lo que hemos hecho con nuestra vida. ¿Cuál es el fin que esperas tener?
Pon tus planes en las manos de Dios para obtener el fin que él espera, según sus pensamientos de paz.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera