Lugar: Escocia
Palabra de Dios: 2 Reyes 5:10
Ve al arroyo y llena esto con agua le dijo el señor Berkeley a Jorge, — dándole un canasto. Cuando el muchacho preguntó por qué, el agricultor respondió:
Haz lo que se te pidió. Recuerda, te estoy pagando para que trabajes para mí.
Jorge tomó el canasto y caminó hasta el arroyo. Lo meta en el agua y, cuando lo levantó, toda el agua se escapó. Volvió, entonces, rápidamente hasta donde estaba el agricultor, y le mostró el canasto.
Este canasto tiene demasiados agujeros le dijo. No puede contener el agua.
Inténtalo otra vez le dijo el señor Berkeley.
Así que, Jorge volvió al arroyo y metió el canasto en el agua una vez más. Pero, cada vez que levantaba el canasto el agua se escurría.
Inténtalo una vez más le dijo el señor Berkeley cuando el Chico volvió.
Jorge lo intentó una vez más, pero el canasto seguía sin contener el agua. Finalmente se dio por vencido, y arrojó el canasto al suelo. El agricultor se acercó y lo levantó.
Buen trabajo, Jorge le dijo. Este canasto está mucho más limpio ahora. ¡Eso era lo que necesitaba!
Imagina lo que Naaman habrá sentido cada vez que se sumergía en el río. Él era un comandante del ejército sirio, que había enfermado de lepra, una terrible enfermedad de la piel. Como último recurso, había seguido el consejo de una de sus siervas y había ido a visitar a Eliseo, un profeta de Dios. Eliseo le dijo: «Ve y zambúllete siete veces en el río Jordán; así tú piel sanara, y quedarás limpio’.
Naaman se lava en el río, una, dos, tres veces. No pasó nada. Seis veces. Todavía nada. Pensó en darse por vencido. Pero, la séptima vez, Naaman salió del agua curado. Aunque no entendía el porqué, obedeció, y eso fue lo más importante. Cuando Dios nos dice que hagamos algo, quizá no siempre entendamos el motivo, pero si obedecemos, todo saldrá Bien.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson