¡Jehová de los ejércitos está con nosotros! ¡Nuestro refugio es el Dios de Jacob! (Salmos 46:7).
Aquel arquitecto lucho mucho por salvar lo que había intentado construir con tanto empeño, pero todo fue en vano. Pronto la ciudad se convirtió en presa de la furia incontrolable del agua, transformada en un enemigo devastador. Los habitantes de la ciudad habían sido evacuados, pero él, su esposa y su hijo todavía luchaban por alcanzar un lugar seguro, corriendo con gran impotencia ante el avance veloz de las fuerzas de la naturaleza. Finalmente encontraron un lugar donde refugiarse y con profundo dolor, divisaron el pueblo cubierto de agua. ¡Que fracaso!
Así es la fragilidad humana. Si la película hubiera terminado ahí, en mi mente hubiera quedado el recuerdo de un hombre que lucho por un ideal hasta el último momento. Pero el final me dio una perspectiva muy clara de lo que importaba realmente en esa historia. Observando tan triste panorama desde la seguridad de su refugio, donde las aguas no podrían alcanzarlos, el hijo, que estaba a punto de graduarse como arquitecto, miro a su padre con preocupación, preguntándose si aquel refugio resistiría la presión del agua. La mano del padre descanso sobre su hombro; aquella era la única respuesta segura. Él lo había construido, por tanto no existía otro lugar más seguro, de hecho era el único lugar completamente seguro. Los temores del joven se disiparon.
Nuestro mundo como con los mejores pianos de construcción posibles. El gran Arquitecto afirmó que todo era bueno en gran manera, pero el enemigo se ha encargado de distorsionar lo que Dios creo con tanto amor. Ahora sufrimos las consecuencias de un mundo sentenciado a la destrucción. Cuando todos huyen desesperados y sus corazones se consumen «a causa del temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán» (ver Luc. 21: 26), existe un lugar seguro, una construcción firme y sólida a pesar de la furia desenfrenada del mal. Esa edificación es Cristo. Ve a él confiando en que sus manos son el único refugio en él que estarás segura.
Cristo sigue siendo la Roca de los siglos.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Aquel arquitecto lucho mucho por salvar lo que había intentado construir con tanto empeño, pero todo fue en vano. Pronto la ciudad se convirtió en presa de la furia incontrolable del agua, transformada en un enemigo devastador. Los habitantes de la ciudad habían sido evacuados, pero él, su esposa y su hijo todavía luchaban por alcanzar un lugar seguro, corriendo con gran impotencia ante el avance veloz de las fuerzas de la naturaleza. Finalmente encontraron un lugar donde refugiarse y con profundo dolor, divisaron el pueblo cubierto de agua. ¡Que fracaso!
Así es la fragilidad humana. Si la película hubiera terminado ahí, en mi mente hubiera quedado el recuerdo de un hombre que lucho por un ideal hasta el último momento. Pero el final me dio una perspectiva muy clara de lo que importaba realmente en esa historia. Observando tan triste panorama desde la seguridad de su refugio, donde las aguas no podrían alcanzarlos, el hijo, que estaba a punto de graduarse como arquitecto, miro a su padre con preocupación, preguntándose si aquel refugio resistiría la presión del agua. La mano del padre descanso sobre su hombro; aquella era la única respuesta segura. Él lo había construido, por tanto no existía otro lugar más seguro, de hecho era el único lugar completamente seguro. Los temores del joven se disiparon.
Nuestro mundo como con los mejores pianos de construcción posibles. El gran Arquitecto afirmó que todo era bueno en gran manera, pero el enemigo se ha encargado de distorsionar lo que Dios creo con tanto amor. Ahora sufrimos las consecuencias de un mundo sentenciado a la destrucción. Cuando todos huyen desesperados y sus corazones se consumen «a causa del temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán» (ver Luc. 21: 26), existe un lugar seguro, una construcción firme y sólida a pesar de la furia desenfrenada del mal. Esa edificación es Cristo. Ve a él confiando en que sus manos son el único refugio en él que estarás segura.
Cristo sigue siendo la Roca de los siglos.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera